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Crítica - Pequeña Miss Sunshine

Poster

'Diferente'

19/10/2006 - Por Irulan

(4/5)

Pequeña Miss Sunshine
Director: Jonathan Dayton / Valerie Faris
Intérpretes: Greg Kinnear (Richard Hoover) / Toni Collette (Sheryl Hoover) / Abigail Breslin (Olive Hoover) / Steve Carell (Frank Ginsburg) / Paul Dano (Dwayne Hoover) / Alan Arkin (Abuelo Edwin Hoover) / Beth Grant (Miss Jenkins)
Duración: 101 minutos
Sinopsis: Olive es una chiquilla que sueña con ganar un Concurso de Belleza Infantil. Un día se entera de que ha sido seleccionada de rebote para el concurso del condado de California, así ella y toda su familia (compuesta por un padre [...]
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Estreno en España: 20 de Octubre de 2006


CRÍTICA




Little Miss Sunshine es la peli independiente de la temporada en los USA (ha llegado hasta el Top 5 en las taquillas). Little Miss Sunshine es, obviamente, el típico film de familias disfuncionales (que ya es casi un género cinematográfico más) donde todo es tan raro que acaba siendo normal -o eso defiende-, donde todos los actores están espectaculares, donde hay una fotografía y una dirección de arte brillantes y donde hasta la música está seleccionada con mimo y esmero.

Little Miss Sunshine así no es tan diferente a The Royal Tenenbaums, ni a Tú y yo y todos los demás, ni a Thumbsucker ni a Una Historia de Broolyn (por poner cuatro ejemplos), y yo misma he de reconocer que siento cierta simpleza al decir que me encantó, y que probablemente un montón de mis películas favoritas sean "exactamente" iguales.

Pero Little Miss Sunshine es quizá la cinta indie más potente de lo que llevamos de año, la que más nos toca y nos trastoca a todos los que la hemos visto (o a los que nos ha gustado). 100 minutos que se pasan volando y donde ni una sola vez se siente la tentación de mirar al reloj. Una familia encantadora, con una madre -que quiere ser- perfecta; un padre –de profesión perdedor- que se dedica a crear el mejor método de autoayuda sin darse cuenta de que primero debe ayudarse a sí mismo; un abuelo –macarra de chalecos de cuero- que le da a la heroína; un hijo adolescente – que tiene a Nietzsche como mayor héroe- que no habla (o usa una libreta) para lograr su meta, un tío –experto en literatura, en concreto en Proust- que se acaba de intentar suicidar y una pequeña niña –con barriguita- que sólo quiere ser una miss infantil. Todos ellos encerrados en una vieja furgoneta, recorriendo millones de kilómetros en apenas dos días y descubriéndose los unos a los otros. Como digo, es lo típico, pero aquí hay algo más.

¿El qué? Ni yo sé decirlo, pero si hay algo cierto es que Little Miss Sunshine es diferente. Quizá porque en su fondo hay una ternura muy limpia y muy blanca, porque nos lleva de la sonrisa a la carcajada, porque plantea cuestiones sencillas pero importantes, por su crítica al despiadado mundo de las miss infantiles –aunque llegue en el último momento- o porque su final sea una de las cosas más antológicas que yo nunca haya visto en la pantalla de un cine. Sea lo que sea, la cinta atrapa y conmueve; y todo esto es gracias a la labor de dos directores noveles, Jonathan Dayton y Valerie Faris (matrimonio en la vida real, curtidos en el mundo de los videoclips donde ya brindaron joyas como el Tonigh Tonight de los Smashing Pumpkins o el Californication de los Red Hot Chilli Peppers), del guión de Michael Ardnt, del trabajo de los actores (entre los que se encuentran los siempre eficaces Toni Colette, Greg Kinnear o Steve Carrell) y de otras mil piezas más de este puzzle de tonos amarillentos (como su bonito cartel) que nos demuestran una vez más que no es el dinero lo que hace una buena película (aunque contribuya), es el amor al cine. Y viva el cine.

 

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