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Crítica - Yo soy la Juani

Poster

'Luminosa Echegui'

19/10/2006 - Por Korben Dallas

(2/5)

Yo soy la Juani
Director: Bigas Luna
Intérpretes: Verónica Echegui (Juani) / Dani Martín (Jonah) / Laya Martí (Vane) / Gorka Lasaosa (Nacho) / Mercedes Hoyos (Madre de Juani) / José Chaves (Padre de Juani) / William Miller [VII] (Dani) / Benito Sagredo (Capi) / Carlos Olalla (Cirujano) / Carles Francino (Futbolista) / Jesús Lloveras (Chico en bar) / Ariel Casas (Profesor de teatro) / Mala Rodríguez (Ella misma) / Haze (Él mismo)
Duración: 90 minutos
Sinopsis: La película narra la historia de una chica de entre 18 y 21 años, del extrarradio que tras dejar a su novio, un enamorado del tunning, se marcha a la gran ciudad para conseguir su gran sueño, triunfar como actriz. [...]
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Estreno en España: 20 de Octubre de 2006


CRÍTICA Y RUEDA DE PRENSA



Juani es una chica de barro residual, una de esos especimenes que crecen a la sombra de las grandes ciudades, como las setas alrededor de los árboles. Alimentándose de su humedad y de su oscuridad. La Juani se alimenta de la pobreza, de la tristeza, de los solares y los centros comerciales en los que ve a gente de fuera entrar y salir. Les atiende y sueña con salir de esa podredumbre. Sueña con irse a Madrid, con tener una oportunidad y ser actriz. Sin ser demasiado consciente de lo que conlleva ni realmente plantearse todos los sacrificios necesarios para ello. Sin embargo, su familia, su novio, su vida, la empujan a huir de ese gran descampado que es su vida, en el que solo le queda trabajar cuarenta horas semanales para darle el dinero al Jonah para que se tunee el coche. Su padre, alcohólico y depresivo; su madre, frustrada y resignada; el Jonah, un cabrón en toda regla. Coger un autobús y escapar del brazo de su mejor amiga, La Vane, es como dejarse caer por un tobogán que la catapulte, si no a la fama, al menos lejos de toda esa basura.

La Juani arranca como un coche tuneado con el mejor equipo. Unos títulos de crédito brillantes y originales -que el mismo Bigas Luna ha considerado como un logro por su parte, puesto que ha desechado la idea del rodillo final de la cinta, sin caer en la cuenta de que lo "revolucionario" de su planteamiento se llevaba haciendo más de tres cuartos de siglo desde los inicios del cine, cuando las películas se acababan con el FIN y sanseacabó-, un impactante acercamiento inicial a los personajes, una serie de secuencias de ritmo fluido que funcionan a la perfección. Y una grata sorpresa, la del descubrimiento de Verónica Echegui, fresca y efectiva mezcla entre Penélope Cruz, Natalie Portman y a ratos, Elena Anaya. La joven (que tan sólo habíamos visto en un par de series sin demasiado éxito) se desenvuelve en el papel con una soltura y gracejos envidiables.

Sin embargo, resulta difícil no reparar en que, en el mismo momento en que las protagonistas del filme deciden marcharse a Madrid, el peso y entidad que denotaban en su inicio, se desinflan como las ruedas de ese coche de brillante lacado, pero cuyo chasis está agujereado y su motor no funciona en la segunda curva. A partir de entonces, el guión titubea entre una especie deFama “made un Spain” y algún capítulo de culebrón venezolano. Para convertirse en un melodramón barato sin más en su recta final.

Pero volvamos a Verónica Echegui, verdadero (y casi único) faro luminoso del film, y es que cabe preguntarse, como de hecho ha sucedido en la rueda de prensa, si no será que este golpe de maestría como actriz no viene dado por una real simetría de caracteres entre personaje y actriz, pero aún si fuera así, no habría por ello que restarle talento a la joven intérprete. Lo que sí sería tal vez algo más denostable es el esfuerzo que realiza el Señor Luna en demostrarnos con su elocuente discurso el amor que se profesa a sí mismo y hacia sus labores en el universo cinematográfico. Ya que, parece que se autodenomina a sí mismo como el gran descubridor y creador del cine español; y, si bien es cierto que su opinión es tan válida como la de cualquiera, quizá su ademán de catedrático omnisciente y hacedor de grandes talentos, pueda resultar cargante, mucho más si no se comulga del todo con la aceptación de que la señorita Cruz, por poner un ejemplo, tenga o haya tenido, verdadero valor como actriz, más allá de lo bien que pueda dar en cámara.

Pero es que está claro, y tras cada rueda de prensa cubierta cada vez más, que los directores españoles adolecen de una megalomanía preocupante y que, en palabras de nuestra compañera y amiga Mrs. de Winter, ”no tienen abuela”. El Señor Luna habla de su Juani como de EL PROYECTO, con tal solemnidad y pomposidad, enumerando las bases epistemológicas e incluso filosóficas de esta peliculilla, que el aceptable nivel de calidad del producto baja hasta cotas insospechadas, no por simple hastío, sino porque nos damos cuenta instantáneamente de que semejante filme no cubre expectativas. Para él, La Juani no es un personaje a retratar, es el icono de la mujer del siglo XXI. Yo no soy mujer, pero garantizo que si lo fuera no me gustaría que me reflejasen con una imagen como la de Juani, es más conozco a muchas mujeres que no sólo no se sienten (ni jamás se sentirían) como ella, sino que se sentirían ofendidas si alguien siquiera lo mencionase. Así mismo, Bigas Luna pretende exportar el producto y, una vez más subir el listón del españolito de a pie. Puesto que esta Juani es “el icono de la mujer ibérica”. Toma ya, y no se ruboriza al decirlo, diga usted que sí, que nos vean bien modernos y cultivados en el extranjero. Y yo me pregunto: ¿para qué necesitamos esforzarnos en estudiar y mejorar, si nuestros creadores españoles ya nos reflejan como palurdos de antemano fuera de las fronteras?¿qué mejor representación en el mundo que esta macarra de pueblo, o una maruja -con todos mis respetos hacia las amas de casa dignas y trabajadoras, que nada tienen que ver con la zafiedad y lo chabacano-cañí como la Penélope de Volver? Bravo Señor Luna, sigamos así y nunca iremos más allá de la montera y el porrón. Pero claro está, a la hora de llenar butacas ya no nos importan tanto lo cañí ni lo auténtico, entonces lo que prima es lo políticamente correcto, empezando a pensar en la industria norteamericana tan denostada. ¿Donde queda esa indolencia, ese espíritu de “contar historias”, crear iconos, definir a las nuevas generaciones? No resulta un poco chocante que unos personajes tan marginales no sean demasiado diferentes de los protagonistas de Al salir de clase. En el filme de Luna no se fuma, no se drogan, y sus lenguajes demuestran a ratos una finura inapropiada. ¿No será que el Señor Luna pretende simplemente hacerse de oro con este su PROYECTO -y su secuela, ya PROYECTADA como Juani en Hollywood- y en el fondo no le importa nada más que las adolescentes llenen las salas con la promesa de ver a Dani Martín en cueros? Y no es que esto sea criticable, pero que no nos vengan a contar que La Juani es más de lo que es, y mucho menos, que pretendan filosofar acerca de la creación de nuevos lenguajes con un producto que nace caducado y podrido.

 

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