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Crítica - El viento que Agita la Cebada

Poster

'Aporta reflexión'

14/09/2006 - Por Irulan

(3/5)

El viento que Agita la Cebada
Director: Ken Loach
Intérpretes: Cillian Murphy (Damien) / Padraic Delaney (Teddy) / Liam Cunningham (Dan) / Gerard Kearney (Dunica) / William Ruane (Gogan)
Duración: 127 minutos
Sinopsis: Irlanda, 1920. Unos campesinos se unen para formar un ejército de guerrilleros voluntarios y enfrentarse a los despiadados Black and Tans [Negro y Caqui, por el color de sus uniformes], tropas británicas que habían sido enviadas para sofocar las aspiraciones independentistas [...]
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Estreno en España: 15 de Septiembre de 2006
Nota I.M.D.B.: 7'5/10 (1519 votos)



CRÍTICA



Es imposible no asociar el nombre de Ken Loach a dos palabras muy concretas: cine social. Y es que a lo largo de su extensa carrera, el director británico se ha convertido en la máxima autoridad en cuanto a este género se refiere, gracias esto sobre todo a sus grandes películas de los años ochenta y noventa (Ladybird Ladybird, Lloviendo Piedras,...).

Sin embargo, desde hace años ya, las cintas firmadas por Loach suelen pasar algo más desapercibidas en la cartelera. Quizá porque sufre algo de estancamiento, quizá porque realmente sí son bastante parecidas entre sí, quizá porque no sorprenden como antes y no aportan lo que aportaban porque su discurso es demasiado conocido.



Así, sorprende que El Viento que Agita la Cebada venga apoyada por uno de los más prestigiosos premios, la Palma de Oro del pasado Festival de Cannes. ¿Es para tanto? En opinión de quien escribe, no. Y no porque no sea esta una película buena, de factura e interpretaciones impecables, con una dirección sólida y mucha valentía. Porque lo es, como todas las películas de Loach anteriores a esta. El Viento que Agita la Cebada no tiene nada que aquellas no tuvieran, y por lo tanto no hay nada en ella especial que la desmarque de las anteriores. Quizá tienen razón quienes dijeron que era un premio a toda su carrera.

Pero centrémonos en la película. Aunque las comparaciones sean odiosas, al verla es imposible no pensar en Tierra y Libertad, la cinta que Loach rodó en España acerca de nuestra Guerra Civil (y que a su vez se fundamentaba en el Homenaje a Cataluña de Orwell). Porque en El Viento que Agita la Cebada Loach se aleja de nuestros días –ubicación temporal habitual en el género- y viaja al pasado. En concreto, viaja a la Irlanda de principios del siglo XX, la Irlanda ocupada por los británicos, la Irlanda oprimida. Ese país donde surje el I.R.A. como ejército republicano y donde se vive una guerra de independencia. Una guerra cuya solución no gusta a todos y que así divide a los irlandeses y origina el comienzo de la guerra civil.
Para contarnos su historia, Loach utiliza a dos hermanos: Damien (Cillian Murphy) y Teddy (Pádraic Delaney). Damien es un joven médico que abandona un futuro en Inglaterra para unirse al popular y reivindicativo Teddy, convirtiéndose ambos en figuras clave de la lucha por la independencia (ambos de complementan, Teddy tiene la fuerza y el carácter, Damien la inteligencia). Sin embargo y tras la posible solución ofrecida por los británicos, los hermanos se dividen, llevando esto a un desenlace trágico que aquí desde luego no revelaré.



La película así critica diferentes estratos políticos: desde el gobierno británico y sus ansias “ocupacionales” hasta los enfrentamientos dentro de un mismo bando, y la deshumanización a la que puede llevar el aferrarse demasiado a una idea política. Y como es habitual en el cine social, todo se nos muestra con un innegable realismo. La película resulta incómoda durante la mayor parte de su metraje, por cómo se muestra la violencia y por la sinceridad con que Loach expone sus ideas. A nadie sorprenderá a estas alturas que el posicionamiento de este director sea bastante extremo, a pesar de las acusaciones pro-IRA. Y es cierto que el film se posiciona claramente a favor de las reivindicaciones irlandesas, pero esto no tiene por qué implicar que esté de acuerdo con la actualidad de la organización.

El film tiene además un envoltorio brillante, destacando una fotografía bellísima que sabe aprovechar los paisajes del sur de Irlanda. Lo mismo sucede con las interpretaciones. Cillian Murphy debe estar en racha (desde aquí, recomiendo su otro título en cartel: Desayuno en Plutón) y aquí no encontraremos excepción (es más, se debe destacar su trabajo vocal por la dificultad que entraña ese acento irlandés tan cerrado). El resto del cast (formado en su mayoría por nombres desconocidos) también cumple con creces, así como la pluma de Paul Laverty (habitual de Loach y del que es mejor no recodar ese “experimento” llamado Cargo), si bien es cierto que las acusaciones de didactismo son bastante ciertas, en cuanto a que en sus películas los malos son siempre muy malos y los buenos muy buenos. Quizá algo más de ambigüedad haría no sólo que fuesen más reales, sino también más complejos. Aun así, la película no defrauda, y su visionado a todos aportará algo, ya sea una reflexión histórica, política, social o incluso familiar.


RUEDA DE PRENSA CON KEN LOACH Y PAUL LAVERTY





No hace falta ser adivino para saber que una rueda de prensa con Ken Loach y Paul Alberti será larga, política, reflexionada y, sobre todo, interesante. Da igual que se comulgue o no con las ideas del director, éste las expone de una forma tan clara y respetuosa que es imposible no sentir cierta admiración hacia él.

De ese modo, ambos se presentaron ante la prensa en Madrid tras el pase de la película, y durante más de una hora defendieron su proyecto con mimo y dedicación, Loach ayudado por un traductor y Laverty en su casi perfecto castellano.

Ambos comentaron cómo en un principio la historia les interesó porque los protagonistas eran personas muy jóvenes, y aquello podía conllevar muchas contradicciones y adversidades para ellos (por sus diferentes raíces y caracteres: no es lo mismo un peón que un médico). La película llevaba como proyecto cerca de diez años, y para ellos tanto la Palma de Oro como el funcionamiento en la taquilla europea (número uno en Francia, records históricos para un film independiente en Irlanda) han supuesto grandes alegrías.



En cuanto a las acusaciones políticas, Loach reconoce que muchos le han comparado a él con Leni Riefenstahl o a la película con el Mein Kampf. Ambas son afirmaciones exageradas, y cree que vinieron del desconocimiento (el mismo Laverty dijo que había leído críticas en la prensa de personas que no habían visto el film). Aunque es cierto que la película apoya las ideas de los irlandeses, ellos en ningún momento afirmaron tener simpatías para con el I.R.A., ni el haber tenido contacto con la organización durante el rodaje de la misma. El mismo Laverty comentó cómo su intención nunca fue la de “romantizar” la violencia. Él siempre quiso hacer ver cómo ésta puede traumatizar a las personas que la utilizan muchas veces.

Era obvio también que se preguntó a Loach por el realismo social, género del que no sabe si es padre, abuelo o hijo. El director dijo que creía que el cine era un medio a través del cual se pueden contar muchas cosas, y que él decidió aprovecharse de esto para tocar heridas que no han cicatrizado o que lo han hecho mal (aunque también espera que sus películas sean algo más que política). Aun así, Loach dijo que no existía la objetividad absoluta, y que tanto él como Laverty se limitan a contar historias como ellos las ven.

Para ambos, la película tiene un mensaje universal en contra del Imperialismo (ya sean pasados, presentes o futuros, remarcando varias comparaciones con los E.E.U.U. de Bush). Los Imperios buscan riqueza e intereses económicos, la gente se revela y se deben retirar. Loach cree que se debe apoyar a la resistencia e intentar que acaben los conflictos.

Finalmente y en cuanto a la situación actual de Irlanda, el director reconoció pensar que sucedía algo interesante. Los republicanos no usan armas desde hace años, aunque no se puede decir lo mismo de los unionistas. Sigue habiendo peleas entre bandas y es indudable que la comunidad está dividida y que un lado tiene más poder que otro. Él cree que la solución del problema está en manos de los británicos, y para él lo ideal sería dar libertad a Irlanda.

 

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