Disfrutar esta película de De Palma es como observar los pasteles desde el escaparate de la pasteleria. De Palma, a pesar de ser el director más infravalorado de su círculo de amigos (Scorsese, Coppola, etc) sigue fiel a sus principios. Es decir hace lo que le da la gana, lo que le apetece. Es por eso que cuenta con muchos detractores y con muchos fieles. Y este nuevo juguete de De Palma no iba a ser la excepción.

La película se centra en toda una femme fatale que como mandan los cánones además de ser perversa rezuma sexo por los cuatro costados y no duda en utilizar su don para manipular a su antojo. Un personaje que le da a De Palma vía libre para que pueda jugar a gusto con él. Pero es que además en la historia se cruza con un paparacci (qué mejor personaje para dar rienda suelta al voyeurismo) que la acompañará durante casi todo el juego. Vamos que De Palma ha hecho a las marionetas a la perfección para que pueda mover los hilos a su antojo. Y es que son eso, los personajes de la película no son más que marionetas. Son planos y las interpretaciones así lo demuestran, es decir, Rebecca Romijn-Stamos esta insoportablemente sexy y Antonio Banderas esta terriblemente ridículo, no se si aposta o no, pero lo esta. En cuanto a la trama, conforme avanza la acción uno se da cuenta de que hay cosas inverosímiles, extrañas o incluso ridículas. Pero todo queda aclarado con el sorprendente giro final que justifica todo lo que antes hemos visto. Hay gente que no ve bien que la película presente estas imperfecciones a lo largo de la trama por mucho que luego De Palma resuelva y justifique. Yo simplemente opino que eso esas imperfecciones son lo de menos. Es decir aunque no estuviese ese giro final en la trama yo seguiría disfrutanto visualmente con este juguete, pero encima De Palma lo justifica y de paso habla sobre el destino y la posibilidad de poder elejir sobre él.

Pero como ya he dicho, que más da que la historia sea mala, que más da que los personajes sean planos, que más da todo esto si De Palma nos hace disfrutar de sus películas a través de la vista.

Y es que la película tiene ese estilo visual que hace que no pierdas detalle aunque lo que te esten contando no tenga ningun fondo o aunque los personajes no sean más que un mero pretexto que justifique las imágenes que De Palma quiere enseñarnos.

Así asistimos a casi dos horas de puro De Palma. Es decir de magníficos planos secuencia (no hay más que ver la escena del interrogatorio a Banderas, la camara se mueve de un lado a otro sin parar durante varios minutos) y de una cámara que hace que en cada escena estemos pendientes para ver con que planos nos sorprende esta vez. Eso sin olvidarse de detalles visuales que De Palma mete a modo de pistas durante el film tan solo para jugar con nosotros, ahí tenemos los posters con la palabra "deja vu", los personajes del principio que se repiten en la trama pero con diferentes papeles (ver el policía gordo del festival de Cannes y el camarero del bar) o la pecera derramando agua, que una vez visto el film, uno entiende que no hacían más que decirnos que estaba pasando realmente.

Y es que la película no es más que un juego. Es el juego de un Brian De Palma que sigue disfrutando jugando con la historia y con los espectadores a su antojo. Así que el que vaya a ver la película que sepa que va a ver como De Palma se divierte con los juguetes de los que dispone esta vez (con la belleza de Rebecca Romijn-Stamos a la cabeza) haciendo uso de sus temas favoritos y de paso deleitarnos con un su grandísimo estilo visual. Aceptando estas premisas el que vaya buscando eso y no otra cosa (buena historia, buenos personajes, etc) disfrutará de lo lindo. Vosotros elejís con que ojos veis la película.