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Crítica - Amores Perros

Poster

'Una obra de arte pura y dura'

18/07/2006 - Por Corleone12

(5/5)

Visceral, profunda, dura, violenta, lírica, bella, intrincada, circular, laberíntica, sobrecogedora, sangrienta, paroxística, vitalista, sentida, desgarradora, personal, salvaje, pura, chocante, tremendamente realista, ilustra lo jodida que puede ser esta vida que transitamos, nos habla de cómo todo está conectado como si todos nuestros actos y acciones estuvieran enlazados en un todo. Amores Perros es todo eso y mucho más.

Alejandro González Iñárritu firmó con su ópera prima una obra maestra incontestable, una genuina visión de la vida, su belleza es directamente proporcional a su dureza, su lirismo solo es comparable a su salvajismo, la cantidad de lágrimas es tanta como la sangre derramada, tanto de los perros como de las personas, paradójicamente, éstos últimos sufren tanto o más que los primeros en esta película. Guillermo Arriaga firma el texto sobre el que se sustenta la película, un sublime guión, un prodigio de narrativa dinámica y premiosa, de cohesión interna perfecta, de plasmación pura del sentimiento humano, de profundidad y complejidad en los personajes, es por ello uno de los pilares mejor cimentados sobre los que se sustenta la película, junto con la sublime y vibrante dirección de Iñárritu, de una sensibilidad extrema. Pero si hay algo de lo que puede presumir Amores Perros es de una cosa: pasión. Es una película de una fuerza inusitada, la vehemencia y el amor con el que está hecha se nota, es algo casi palpable en cada plano, se aprecia, se respira en todo, se desprende de cada uno de sus fotogramas. Y es esa pasión la que te coge del cuello y te arrastra durante 150 minutos para no dejarte ni un solo segundo, te atrapa y, para bien o para mal, no te deja indiferente.

Estamos en Ciudad de México, y tenemos a tres personas: Octavio, Valeria y El Chivo. Ninguno de ellos se conoce, pero sus vidas van a colisionar violentamente, nunca mejor dicho, en un brutal accidente de tráfico. Este es el suceso principal, el corazón, el centro de la película, desde el cual se articulan las tres tramas en las cuales se divide la película, centradas, respectivamente en los tres protagonistas citados anteriormente. Decir de qué habla Amores Perros, creo yo, sería a la postre una simplificación de la misma, ya que esta película habla simple y llanamente de todo, de cualquier sentimiento que pueda brotar del alma humana, desde el más enfermizo y detestable, la indiferencia y casi el odio que se profesan mutuamente dos hermanos, el asesinar por dinero, la traición a un compañero, hasta el más noble y bello, el amor, el intento de redención, la amistad. De esto y de mucho, muchísimo más habla, en mayor y menor medida, esta obra de arte, no obstante, es curioso, casi magistral, ese entendimiento, esa conexión, esa simbiosis entre hombre y perro que aparece en la película y que intuimos por el título, Iñárritu consigue que ambos sufran lo mismo y que casi parezcan uno el reflejo del otro, como si de una irónica metáfora se tratase, la del perro que mata, la del perro que está encerrado entre cuatro paredes sin poder salir, cosa que evoca a la propia situación de su dueño. Es inabarcable la fuerza y rotundidad con la que esta obra toca el corazón del espectador. Además, Amores Perros es una película de actores, aquí es donde vimos por primera vez y disfrutamos del magnetismo de Gael García Bernal, y su turbadora fuerza, borda el papel de Octavio, un joven vitalista y enamorado de su cuñada, con un final dolorosísimo. Goya Toledo cumple con un papel difícil, de una carga dramática fortísima, del que sale bien parada aunque un par de escalones por debajo de las magistrales creaciones de sus compañeros. El desconocido y enigmático Emilio Echevarría nos regala una interpretación sobrecogedora, como el Chivo, un sicario vagabundo, taciturno y misterioso, que guarda una extraña relación de afecto con los perros, que no es otra cosa que ansías por una familia que tuvo un día pero perdió. De antología sus últimos diez minutos de interpretación. Gustavo Santaolalla pone la música perfectamente, con unos acordes con la guitarra eléctrica desgarradores, de los que se mimetizan con la imagen de una manera increíble, además de la perfecta utilización de las canciones, en especial, la memorable escena con el “Lucha de Gigantes” de Nacha pop.

Por todo esto y por muchas cosas más Amores Perros es una de las mejores películas que han transitado por la cartelera en el último lustro, una obra de arte pura y dura, jodida, real, verdadera, brillante, memorable, una experiencia única.

10/10

 

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