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Crítica - Hacia el Sur

Poster

'Un ejemplo de destreza'

08/06/2006 - Por Korben Dallas

(4/5)

Hacia el Sur
Director: Laurent Cantet
Intérpretes: Charlotte Rampling (Ellen) / Karen Young [I] (Brenda) / Louise Portal (Sue) / Ménothy Cesar (Legba) / Lys Ambroise (Albert) / Jackenson Pierre Olmo Díaz (Eddy) / Wilfried Paul (Neptune)
Duración: 107 minutos
Sinopsis: Principios de los años ochenta. Haití vive bajo la mano férrea de Baby Doc. A pesar de todo, es un destino turístico muy solicitado. El hotel "La petite anse", ubicado en una playa a las afueras de Puerto Príncipe, es un [...]
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Estreno en España: 9 de Junio de 2006


CRÍTICA



Haití, finales de los años 70. A Puerto Príncipe llega una americana con ansia en el rostro. Parece reconocer todo ello pero está claro que no pertenece a ese lugar. Es Brenda (Karen Young) , que ha regresado a la isla con el afán de reencontrar a Legba (Ménothy César), un joven lugareño con el que hacía tres años mantuvo relaciones sexuales. Como si el tiempo no hubiese pasado, Brenda encuentra a Legba, sobre la arena, tan bello como lo recordaba. Solo que entre los turistas que ululan por el hotel Petite Anse también está Ellen (Charlotte Rampling), igualmente enamorada de Legba. Las relaciones entre las mujeres del hotel giran en torno al recuerdo hastiado de los hombres del norte y el deseo por las pieles tersas de los negros que les sirven y a quienes pagan por la compañía. Son mujeres desencantadas de la vida blanca que han encontrado su reducto en el turismo sexual en lugares que ni siquiera les gustan, pero en los que por pocos dólares son diosas veneradas y complacidas por todos aquellos que no dudan en agachar la cabeza y hacer lo que sea por comida.



Quizá el mayor acierto de Laurent Cantet a la hora de enseñarnos este sórdido mundo del comercio de la compañía, resida en su astucia para desproveerla de vencedores y vencidos. Hubiera sido muy fácil enseñarnos a los pobres negritos explotados y a los cerdos imperialistas americanos conviviendo y las vejaciones a las que se vean sometidos. Sin embargo, el director de Recursos Humanos y El empleo del Tiempo, sabe usar los textos de Dany Leferrière para componer un guión en el que los personajes conviven tan enteros y tan humillados por ambas partes; Legba se vende a sí mismo, pero dentro de su miseria, guarda toda la dignidad posible, y es respetado por los que le rodean. Al igual que las americanas, que son presentadas como mujeres que han encontrado su escape en lo prohibido, en lo socialmente repudiado, y no por ello son una panda de gallinas cluecas vergonzosas y vergonzantes.

El planteamiento del film peca un tanto de literario, y por ello a ratos puede llegar a ser aburrido e incluso cargante. El punto de partida y la presentacion de personajes brillan por su fluidez y el espectador se ve un poco chocado a la hora de enfrentarse a los monólogos que cada uno de sus personajes principales desarrollan frente a cámara, al más puro estilo "Confesiones", pero no resulta del todo raro, puesto que está claro que Cantet ha decidido mantener el aire original de los textos en los que se inspira, y les concede a sus actores el placer de lucirse frente a la cámara sin apenas artificio.

Por otro lado, hay que elogiar el uso del diálogo tan magistral al que Cantet nos tiene acostumbrados, sumando en el filme que nos ocupa la destreza que manifiesta a la hora de usar un planteamiento trilingüe, sin resultar cansino ni forzado y que nos lleva a ambientarnos con serenidad y acierto en la isla de Haití, al igual que también ayuda la dirección artística, sutil y comedida, a la hora de certificar esos decadentes setenta sin caer en lo hortera ni en lo facilón.



Pero no nos engañemos, una de las mejores y más importantes bazas con las que juega el producto es la de las interpretaciones de sus actores, Fundamentalmente las de Charlotte Rampling, que continúa en su línea de señora madura atractiva desencantada de la vida y un tanto viperina; y Karen Young, sobria sufridora y desgastada de hastío. Ambas nos ofrecen un mano a mano en el que la sutileza y los desplantes generan una de esas relaciones únicas en el film, tan tensa y armónica que el espectador espera ansioso al próximo enfrentamiento, para disfrutar de sus rostros en la batalla de la sobriedad.

En definitiva, un film que hace pensar en la realidad misma del ser humano, en los valores que nos han impuesto y a los que nos aferramos y sometemos. Un film en el que la moralidad queda cuestionada, pero cuya sordidez está bloqueada por la pudicia y la sutileza, diciendo lo que tiene que decir tan suave y dulcemente como si contase una historia de amor. Un ejemplo más de la destreza de Laurent Canet que viene conviertiéndose en uno de los directores más interesantes de nuestro tiempo desde 1999.

 

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