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Crítica - The Libertine

Poster

'Promete mucho y chumple poco'

11/04/2006 - Por Irulan

(2/5)

The Libertine
Director: Laurence Dunmore
Intérpretes: Johnny Depp (Rochester) / Rupert Friend (Billy Downs) / Tom Hollander (George Etherege) / John Malkovich (Rey Carlos II) / Samantha Morton (Elizabeth Barry) / Rosamund Pike (Elizabeth Malet) / Paul Ritter (Chiffinch) / Stanley Townsend (Keown) / Jack Davenport (Harris)
Duración: 130 minutos
Sinopsis: Johnny Depp es John Wilmot, Earl of Rochester, amigo y confidente del rey Carlos II de Inglaterra, destacado calavera, poeta, dramaturgo, soldado y cortesano, mujeriego y hedonista, una de las figuras históricas más peculiares e influyentes del Siglo XVII. The Libertine [...]
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Estreno en España: 12 de Abril de 2006
nota I.M.D.B.: 7/10 (1787 votos)


CRÍTICA



En una popular (a la par que pijilla) serie de televisión, un chaval llamado Dawson quería ser como Steven Spielberg. Normal, ¿verdad? Pues igualito que en la vida real. ¿Ejemplos? El señor Laurence Dunmore, director de The Libertine y que en su día debió de decir algo así como ”de mayor yo quiero ser como Peter Greenaway”. Y es que este novel director británico (con un pasado en el mundo de la publicidad y el diseño gráfico) convierte este su primer film en un auténtico wannabe. La pena es que lo que consigue se parece más a una versión descafeinada de Philip Kauffman que a las obras de su adorado.

Y ustedes me dirán: ¿cómo sabes que Dunmore admira al intelectual Greenaway? Pues es fácil, porque para esta película ha decidido contar con casi la totalidad del equipo técnico y artístico del mismo. Así, desde el diseñador de producción hasta la diseñadora de vestuario o el compositor de la banda sonora (el más conocido de todos: un Michael Nyman que no se ha esforzado demasiado para la ocasión y ha vivido de sus propias rentas, por mucho que le gusten a una), son todos habituales colaboradores de ese subversivo infant-terrible que por desgracia no es tan conocido como debería (no, nunca me cansaré de decirlo). Y si bien es cierto que la factura de la película no es nada despreciable y que realmente emana de ella un aire nauseabundo (y esto es un halago), los resultados nos remiten más al Quills de Kauffman (obra que aun así es superior a esta que nos ocupa) que a cualquiera de las valientes cintas de Greenaway.


Expliquémonos: desde la publicidad, se nos habla de The Libertine como una película sobre lujuria, pecado y libertinaje. Pero sólo lo es en su apariencia. El film nos cuenta la historia (más o menos ¿veraz?) del infame Conde de Rochester, un personaje muy popular en la Inglaterra de Carlos II que se dedicaba a vivir de su riqueza y las pervertidas obras de teatro que escribía. Todo esto hasta que conoce a una actriz, Elisabeth Barry, que será su perdición, pues ella le hará perder la cabeza, tanto como para no cumplir con el deseo de su Rey, que le encarga escribir la más bella de las obras teatrales para así impresionar a un embajador francés.


Y esta es la historia, una historia que pretende ser algo así como muy fuerte pero que se queda por el camino. Se dicen muchas cosas, pero lo que se ve es mínimo, y casi da pena el miedo de un director que no muestra coherencia entre lo que cuenta y lo que muestra. Dunmore es valiente con las palabras e insinuaciones, pero es el mayor de los cobardes a la hora de enseñar, que es lo que su película debería hacer para impactar como él quiere impactarnos. El espectador así no puede evitar aburrirse por momentos (el ritmo de la cinta no es precisamente trepidante) y pensar que es un desperdicio contar con el despliegue visual como con el que se cuenta si luego no se va a exprimir al máximo.


A todo esto hay que sumar a un brillante reparto que hace lo que puede para no quitarse el corsé. Desde el protagonista Johnny Depp, que como siempre está más que correcto, hasta su partenaire Samantha Morton (tan dulce como fuerte) pasando por Rosamund Pike o ese valor en alza que es Nelly Reilly. Todos ellos para llegar a un difícilmente reconocible John Malkovich que aquí ejerce no sólo labores interpretativas (es él el Rey Carlos II) sino también de producción. Y es que fue este actor uno de los artífices del rodaje del film, basado en una obra de teatro que él mismo representó.

Lo dicho: sin ser una película mala, The Libertine es una cinta que promete mucho pero cumple poco y que, como tantas otras, se queda en el envoltorio. Y si bien es cierto que son pocos los films de este tipo que llegan a nuestras pantallas y se anuncian como este (supongo que gracias a la presencia de Depp), es imposible no pensar que si no fuera por el mencionado envoltorio este libertino se quedaría, precisamente, en paños menores.

 

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