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Crítica - No matarás (1988)

Poster

'Falta de recursos'

09/03/2006 - Por Korben Dallas

(3/5)

No matarás (1988)
Director: Krzysztof Kieslowski
Intérpretes: Miroslaw Baka (Jacek Lazar) / Krzysztof Globisz (Piotr Balicki) / Jan Tesarz (Waldemar Rekowski) / Zbigniew Zapasiewicz (Przewodniczacy Komisji) / Barbara Dziekan (Bileterka)
Duración: 84 minutos
Sinopsis: Varsovia. Un taxista está lavando su coche. Jacek, un joven campesino de mirada turbia, vaga por la ciudad. Piotr, un estudiante de Derecho, se prepara para hacer su último examen. Sus destinos se cruzan cuando Jacek coge un taxi para ir [...]
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Estreno en España: 10 de Marzo de 2006


CRÍTICA



Casi veinte años después de su estreno en Europa y su triunfo en el festival de Cannes con un premio especial del jurado en 1988, se estrena en España una de las muchas obras inéditas del fundamentalísimo director Krzysztof Kieslowski, No Matarás, capítulo independiente del Decálogo (Dekalog) que el director dedicó a los mandamientos de la religión cristiana. El creador, especializado en series de películas (tales como la trilogía Azul, Blanco y Rojo o en la que nunca pudo llevar a cabo concerniente al Cielo, Infierno y Purgatorio -de la que se llegó a realizar Heaven, por Tom Twyker con una excelente Cate Blanchett-) realizó a lo largo de los últimos ochenta esta serie de filmes, unos más cortos y otros más largos, incluso algunos de ellos en formato televisivo, que en casi toda Europa son considerados de fundamental relevancia, mientras que en nuestro país no son tenidos en cuenta, sino más bien obviados. Quizá sólo se pueda reseñar la casi desapercibida repercusión de No Amarás, tal vez único ejemplo del decálogo que se menciona de cuando en cuando.

El filme, corto e intenso, nos enseña (puesto que más se debe hablar de mostrar en el cine de Kieslowski que de narrar) acontecimientos ocurridos a tres hombres, aparentemente sin nada en común, en tres días que resultarán fundamentales en la existencia: el primero, vemos como Jacek (Miroslaw Baka) deambula por Varsovia sin hacer nada en concreto; mientras, Piotr (Krzysztof Globisz) aprueba su último examen para ejercer la abogacía; finalmente un taxista (Jan Tesarz) lava su coche y comienza a trabajar como cualquier día. Más tarde, Jacek tomará su taxi y le asesinará brutalmente. El segundo día, un año más tarde, Piotr no es capaz de evitar que Jacek sea condenado a muerte. Finalmente, el tercero, Jacek es ejecutado.



El guión del mismo Kieslowski y Krzysztof Piesiewicz, es sencillo y eficiente, no se detiene en detalles frugales, lanza las escenas como puñetazos en el estómago del espectador. Ya desde los títulos de crédito (con un gato ahorcado pendulando serenamente sobre un fondo grisáceo y una rata ahogada en la orilla de cualquier estanque) asistimos a un devenir tan conducido y directo como una tragedia griega, un halo de trascendencia rodea cada plano, algunos cerrados tan sencillamente como ocultando una mitad con la mano para que veamos lo que hay que ver. No existen artificios, y sin embargo todo es simbólico, todos morimos un poco en cada plano y somos liberados con los pies colgantes del reo en el cadalso. Durante el desarrollo somos víctimas, jueces y verdugos con tanta dureza como solvencia, hasta tal punto que nos sentimos enfermos en la escena del asesinato.

No Matarás es cruda y visceral como una jornada en el matadero, viendo vacas morir desplomadas bajo las descargas. Pero su magistralidad reside en combinar a la perfección un mensaje tan profundo y filosofal como el de la trascendencia de las personas en la vida de los demás. Porque, ¿hasta qué punto somos responsables de la existencia, ya no solo nuestra sino de los que nos rodean? Constante duda y reflexión en el cine del polaco, quien, algunos años después, nos obsequiara e intentara responder, con una de las joyas no de su filmografía, sino de la Historia del Cine (con mayúsculas, no la de películas ganadoras del Oscar -como Crash-), la magistral La Doble vida de Verónica, fundamental y obligado visionado para quien quiera que se precie interesado del séptimo arte.

Formalmente (si es que importa la formalidad en el cine kieslowskiano) nos encontramos ante un film deficiente, no por falta de interés, sino de recursos. Planos rodados con películas notablemente caducadas o dañadas, fotografía intermitente en la que se vislumbra un genial uso del encuadre y un esteticismo más que evidentes que eclosionarían en su posterior trabajo fuera de la URSS, sonido chirriante... etcétera, no son elementos criticables, sino testigos de la precariedad en que algunos genios del siglo veinte se tuvieron que ver sumidos a la hora de enseñarnos sus indispensables trabajos.

 

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