Las películas teen situadas en institutos americanos suelen girar en torno a los tópicos y realidades que todos conocemos, existiendo normalmente un personaje poco integrado que es motivo de burla por parte de todos: el empollón. ¿Qué ocurriría si cogiéramos a ese personaje y no sólo lo hiciéramos protagonista sino que le rebajaramos unos cuantos puntos a su Cociente Intelectual? Lo que resulta es Napoleon Dynamite, una película admirada y odiada a partes iguales por su particular tono de humor burlesco que camina entre ridiculizar a su protagonista o dibujarlo de manera entrañable. Un moderno y joven Forrest Gump del que no tenemos que compadecernos sino observarlo como un bicho raro que existe en la realidad aunque la película en general juegue a exagerar tópicos y personajes. El resultado final no es de carcajada continua como Dos tontos muy tontos sino que trata sobre todo de que empaticemos con tan peculiar y bizarro personaje.

Napoleon Dynamite es pues un joven adolescente cuya naturaleza y entorno son todo lo alejado de lo habitual que uno pueda imaginar. No llega a ser autista ni subnormal pero se ve claramente que no es muy avispado. Está en lo más bajo de la cadena de popularidad de su instituto y tiene graves problemas de adaptación. Su vida gira en torno a cuestiones frikis como su preocupación por Nessie, los caballeros medievales o sus dibujos. Su familia no es tampoco muy común. De sus padres nada sabemos y vive con su moderna abuela, más preocupada de hacer locuras en quad en las dunas que de educarle, y su hermano Kip, un treintañero digno de lástima cuya ocupación más interesante es chatear con su novia virtual, lo cual para él es todo un logro y motivo de orgullo. Con estos mimbres nada normal puede suceder, y la película nos sitúa en un momento clave de la vida de Napoleón en la que se cruzan distintas circunstancias: su abuela tiene un accidente y su tío Rico, un inmaduro cuarentón anclado en el pasado, acude para "cuidarles" a él y su hermano. También a la vez conoce a Pedro, un mejicano recién llegado al instituto que está en una posición de popularidad tan baja que se revela como el amigo ideal de Napoleón. Por último nuestro entrañable protagonista conoce a Deb, una tímida chica de coleta esperpéntica que recolecta dinero para ir a la universidad haciendo retratos glamourosos en su estudio de fotografía amateur.

La película se toma su tiempo en presentar todos sus estrafalarios personajes y es la parte más lograda. Todos parecen sacados de un catálogo de bichos raros pero no son más que exageraciones de los personajes inadaptados que todos hemos conocido: el chico con el que nadie hablaba en el colegio, el joven que no hace nada por su vida y está enganchado a Internet, la chica en la que nadie se fija, etc. Todo ello es tocado con tacto por la hábil dirección que camina con peligro sobre la fina línea entre la burla y la ternura. La parte final, que comienza cuando Pedro decide presentarse a delegado del instituto, es relatada con demasiada rapidez dejando la sensación de que lo importante del film era dibujar el cuadro, no ponerlo en movimiento. Quizá habría hecho falta algo más de desarrollo y metraje. El resultado final, para entendernos, es una especie de Revolución de los novatos más inteligente a pesar de que sus personajes no lo sean tanto como los famosos nerds de los años 80, década por cierto de la cual Napoleon Dynamite está llena de referencias.

Napoleon Dynamite es una simpática película sin pretensiones que sin embargo tiene mayores significados que los que uno puede apreciar en un visionado que se quede sólo con la parte cómica del film. Arriesgada y altamente friki, probablemente decepcione a unos cuantos por su particularísimo humor pero proporcione una buena y sana hora y media a otros cuantos.

7,5/10