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Crítica - Hedwig and the Angry Inch

Poster

'Obra maestra'

04/02/2006 - Por Hattie Carroll

(5/5)

Hedwig and the angry inch es una obra maestra, una de esas raras películas hechas con el corazón y las tripas de sus creadores con total libertad, sin presiones de la productora. Realizada con un presupuesto reducido, mucho talento y mala leche, Hedwig es un derroche imaginativo de principio a fin. Su puesta en escena, arrolladora, no tiene nada que envidiar a otros musicales modernos que gozan de más prestigio entre el gran público (y que, dicho sea de paso, carecen completamente de alma). Pero ¿es Hedwig un musical a secas? El propio Cameron Mitchell se muestra reticente a ponerle una etiqueta como la que se utiliza para definir a las grandes producciones de Hollywood y acaba definiéndola como una odisea, una odisea musical punk rock. Al fin y al cabo, la historia que cuenta Hedwig sirviéndose de unas canciones llenas de vida (letras potentes y música que se amolda perfectamente a la historia) es una historia de búsqueda y aceptación personal y no hay odisea mayor que buscarse, encontrarse y aceptarse a uno mismo. De ahí la brutal identificación que siente el espectador con un personaje excéntrico, que, en principio, nada tiene que ver con ninguno de nosotros. Pero siempre son los personajes más raros los que tienen el potencial para mostrarnos aspectos ocultos de nosotros mismos, los que más nos conmueven y remueven nuestro interior.

Hedwig and the angry inch, antes de convertirse en película, fue un musical "fuera de Brodway" nacido de la colaboración entre John Cameron Mitchell y Stephen Trask. En uno de los espectáculos la gente de la productora Killer Films quedó prendada. Era una obra divertida, desgarradora e inteligente… y tenía que ser llevada a la gran pantalla. ¿Y quién mejor para hacerlo que el propio Cameron Mitchell? Su debut en la dirección no defrauda en absoluto y su interpretación del travestido Hedwig es impresionante, ofreciendo una cantidad de registros y matices que convierten al personaje en un ser humano de carne y hueso lleno de claro-oscuros, grandezas y miserias.

Hedwig, estrella del rock “mundialmente desconocida” nació en el Berlín Oriental como niño llamado Hansel. Por las noches su madre le contaba una historia, basada en el famoso relato de Platón, sobre el origen del amor. Tan impresionado se quedó el muchacho que toda su vida se convertirá en una búsqueda incansable de su otra mitad, para convertirse así en un ser humano completo. En esta búsqueda conocerá a Luther, soldado americano que le ofrece la posibilidad de pasar al otro lado del muro si se casa con él… para lo cual deberá prescindir de cierta parte de su anatomía. Ya convertida en Hedwig y abandonada por Luther conocerá a Tommy, un muchacho con el vivirá una tormentosa relación, robo de canciones incluido. La rabia de Hedwig explota a lo largo del fim en potentes canciones llenas de intensidad dramática y su ternura se manifiesta en la bellísima “Origin of love” de forma sobrecogedora.

Con uno de los finales más hermosos que recuerdo (y no lo digo sólo por el desnudo de Cameron Mitchell) Hedwig and the angry inch es una experiencia cinematográfica fascinante, por la energía que desprende y por su gratificante y poderoso mensaje: acéptate a ti mismo. No hay nada más complicado y sencillo a la vez.

 

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7.75

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