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Crítica - Underworld: Evolution

Poster

'Amena, entretenida y corta'

02/02/2006 - Por Korben Dallas

(2/5)

Underworld: Evolution
Director: Len Wiseman
Intérpretes: Kate Beckinsale (Selene) / Scott Speedman (Michael Corvin) / Tony Curran (Marcus Corvinus) / Derek Jacobi (Alexander Corvinus) / Steven Mackintosh (Andreas Tanis) / Bill Nighy (Viktor) / Mike Mukatis (Taylor) / Shane Brolly (Kraven) / Sophia Myles (Erika) / Brian Steele (William) / Adrian Hough (Piloto)
Duración: 106 minutos
Sinopsis: Mientras Selene y Michael intentan desvelar los secretos y mentiras que se ocultan en el pasado de las razas de Vampiros y Licántropos, el último de los ancianos (Marcus Corvinus, el vampiro original) ha despertado y les busca con un objetivo [...]
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Estreno en España: 3 de Febrero de 2006
Nota I.M.D.B.: 6'9/10 (5418 votos)


CRÍTICA



Amparada por la tendencia actual de creación masiva de sagas, cuya necesidad intelectual (por el aporte de enriquecimiento a la, ya de por sí en crisis, cultura actual) o moral (por la poca vergüenza de sus creadores a la hora de exprimir fenómenos más o menos rentables) es dudable, llega a nuestras pantallas la vuelta de tuerca de Underworld, que, con la coletilla Evolution, retoma la saga bélica entre vampiros y licántropos que ya hiciera tiritar la taquilla hace unos años en EE.UU. Film eminentemente gore y trepidante, vendido como un producto gótico (lo que no significa, ni mucho menos, que lo sea, pues es más bien siniestrillo de pega) cuya amenaza de secuela se venía previendo desde que asistimos a un final que no dejaba duda de lo que se nos venía encima. Así, en apenas tres añitos, nace esta “evolución” (que muchos asemejarán a la “revolución” de Matrix), que cuenta con el mismo reparto y equipo técnico y cuyo argumento se retoma en el punto en que quedó la anterior.

Tras la muerte de Viktor (Bill Nighy) a manos de Selene (Kate Bekinsale) renace el vampiro más poderoso de cuantos existan: Marcus (Tony Curran), que instantáneamente comienza a perseguir a la protagonista y a su acompañante, Michael (el licántropo híbrido interpretado por Scott Speedman). Poco a poco vemos cómo el interés del malvado vampiro no es asesinar simplemente a Selene, sino descubrir dónde está encerrado su hermano William, el primero de los licántropos que fuera apresado hace quinientos años (que se dice pronto). Así comienza una búsqueda contrarreloj salpicada de infinitas escenas de acción, persecuciones y alguna que otra secuencia-joya del género como la de la visita al historiador de vampiros (que no tiene precio y gracias a la cual descubrimos la obsesión que el director tiene por el pubis femenino), y que desemboca, como es de esperar, en un culminante colofón de estruendoso y grandilocuente efectismo que hará las delicias de los fans y que no descubriremos aquí. Lo que sí descubriremos es que, por supuesto, tiene un socorrido final abierto para dar paso a la presumible secuela (de la secuela).
En lo que a la forma se refiere, se observa un abuso desmedido del flashback, innecesario y repetitivo y que además se caracteriza por ser muy feo. Este apelativo puede sonar poco profesional, pero realmente han decidido plantear los cortes que hablan de la infancia y los recuerdos de Selene en una especie de bruma similar a la que vimos cuando Frodo se ponía el Anillo del Poder pero más entrecortada y difuminada, similar quizá a un efecto de culebrón con pretensiones. Así mismo, la voz en off que comienza y termina el film no es la más adecuada, y se fusiona en lo chirriante con las recurrentes voces que repiten frases del film para hacernos caer en la cuenta de los acontecimientos, supongo que por la complejidad de su argumento ante espectadores presumiblemente poco atentos. Por otro lado, al igual que en la primera parte, se observa una notable utilización de la dirección artística, vestuario (que es el mismo de la primera) y de la fotografía que, a ratos, crean instantes muy acertados en lo que a ambientes y atmósferas se refiere, como en la secuencia del bosque del arranque y en la primera persecución con el camión; aunque en otros puntos de la cinta se diluyan y se acerquen más a lo pasteloso y hortera, como en la escena en la que Michael y Selene “hacen el amor” (donde, por cierto, también se manifiesta esa obsesión sobre el bajo vientre de las mujeres que tanto gusta a Len Wiseman), o en la recreación de esa dudosa Edad Media que presenta. Quizá lo que más llame la atención por su corrección sean los efectos especiales y de maquillaje, de sobresaliente calidad y efectividad. Aunque no puedo evitar mencionar el hecho de que el maquillaje del vampírico malvado sea igual al Drácula de Coppola cuando se transformaba en murciélago.

Kate Bekinsale, sempiterna protagonista del film (raro es el plano en el que no salga... es más: raro es el plano que no sea un close up suyo) vuelve a enfundarse el corsé y el maquillaje siniestro con la mismísima languidez que en la primera y que también luciera en Van Helsing, y que, sin embargo, la consolida como una de las actrices actuales favoritas del género, a pesar de no demostrar esa dureza de la que se habla todo el rato ni de comerse al espectador en un papel de acción como hicieran las míticas Sigourney Weaver y Linda Hamilton en su momento. Así se codea con el también un poco expresivo Scott Speedman que tiene demasiada cara de bueno y que defiende su papel con credibilidad y corrección.

Underworld Evolution, es una película amena, entretenida y corta (lo cual se agradece, puesto que su predecesora duraba la friolera de 125 minutos, frente a los escasos 90 de esta) que quizá peca un poco de pretenciosa al ser una obvia apertura ante la que será otra de las sagas más innecesarias del cine, pero cuyo ritmo y efectismo no decaen, es más, hacen más potable el argumento que en la predecesora. No es una buena película, pero, sinceramente, no creo que haya nadie que vaya a verla pensando que lo sea.

 

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