Las tortugas también vuelan se sitúa temporalmente días antes del ataque de los Estados Unidos a Irak, hasta el posterior derrocamiento de Sadam Hussein. La película nos ofrece la mirada de un grupo de refugiados kurdos que esperan la llegada de los americanos para que les protejan de la opresión del régimen iraquí.
Podríamos dividirla en dos partes por un lado tenemos a satélite, que es el chico encargado del cuidado de los niños del pueblo, y por otro está Agrin una niña que vive con su hermano, que perdió los dos brazos al intentar desactivar una mina, y su hijo, por él que no siente ningún instinto maternal, y solo quiere deshacerse de él, para así poder huir junto con su hermano lejos del campamento.

La guerra vista con los ojos de los niños se ve como algo emocionante y en algunos momentos como un juego, convirtiendo la primera parte de la película en un drama con muchos elementos cómicos, gracias sobre todo al personaje de Satélite, que con su desparpajo y su actuación consigue que el público le coja cariño enseguida. El resto de niños muchos de ellos mutilados por minas anti-personas, que se dedican a desactivarlas para luego venderlas para poder seguir viviendo, ponen el punto dramático a la historia.
A medida que la película avanza y las noticias empiezan a hablar sobre un inminente ataque por parte de Estados Unidos, la historia de satélite pasa a un segundo plano, y aquí probablemente aparezca el único problema de la película, al querer tratar dos historias tan distintas entre si, la de Agrin y la de satélite, y tan poco relacionadas queda una sensación de poca profundidad en el desarrollo de las mismas.
El desarrollo del film es bastante irregular, hay una primera parte muy dinámica y entretenida, llena de personajes carismáticos, y una segunda parte más pausada, diluida, en algunos momentos incluso se llega a hacer lenta, pero con un final desolador y no apto para el público sensible.
La película contiene imágenes muy poéticas, en las que solo se nos sugiere, para que el espectador imagine y saque sus conclusiones. A estas imágenes les acompaña una banda sonora minimalista y con sonidos de oriente medio, que ayudan de manera notable a resaltar lo que se ve en pantalla.
Hay que destacar sobretodo, por la procedencia de la película (Irak-Irán) y por el poco presupuesto de la misma, la magnífica calidad de imagen y fotografía que acompañadas de una dirección más que notable nos hacen olvidar que esta obra esté hecha con “4 duros”.

Podríamos clasificar “las tortugas también vuelan” como un tipo de cine documental de ficción, y es que los actores utilizados en la película son habitantes del campamento de refugiados kurdos, y el film se centra en un acontecimiento muy importante dentro de la historia moderna. Es una película recomendadísima y que ganará con los años, para poder conocer un punto de vista distinto al que nos ofrece el cine americano.
Podría haber sido redonda si no llega a ser por los baches en el ritmo, pero aún así es una película que no hay que perderse, para conocer una vez más los daños que provocan las guerras y saber que el daño provocado por una mina o un arma es el mismo independientemente de si es americana o iraquí.
Un 8’5/10