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Crítica - Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario

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'Hay que dejarse llevar por la magia'

05/12/2005 - Por Irulan

(3/5)

Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario
Director: Andrew Adamson
Intérpretes: Georgie Henley (Lucy Pevensie) / William Moseley (Peter Pevensie) / Skandar Keynes (Edmund Pevensie) / Anna Popplewell (Susan Pevensie) / Tilda Swinton (Jadis, La Bruja Blanca) / Liam Neeson (Voz de Aslan) / James McAvoy (Sr. Tumnus) / Ray Winstone (Voz del Sr. Castor) / Dawn French (Voz de la Sra. Castor) / Rupert Everett (Voz del Zorro) / Elizabeth Hawthorne (Mrs. MacReady) / Jim Broadbent (Profesor Digory Kirke)
Duración: 140 minutos
Sinopsis: Durante la Segunda Guerra Mundial, cuatro niños ingleses son enviados por sus padres a casa de unos familiares en la campiña, para protegerlos de los bombardeos que asolan Londres. Y es en la casa de este familiar, un excéntrico profesor, donde [...]
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Estreno en España: 7 de Diciembre de 2005


CRÍTICA




En el fondo, las Navidades son una estupenda época del año. Sobre todo si nos olvidamos del espíritu capitalista, las centros comerciales y las campañas publicitarias para sólo recordar las castañas asadas bajo el frío helador, los chocolates calientes, los encuentros con amigos a los que hacía mucho que no veíamos y ese niño que siempre tuvimos dentro y que probablemente nunca se marchó del todo. Entonces, las Navidades se convierten en unas semanas donde la magia es la auténtica protagonista, y donde hasta los estrenos cinematográficos se hacen eco de ello. No hay así Navidad en la que no podamos llevar al cine a ese pequeño peter pan, encontrándonos con películas más o menos acertadas, como es el caso de la esperadísima Las Crónicas de Narnia: El León, La bruja y el Armario, un fantástico ejemplo sobre cómo disfrutar dos horas en la (a veces) mullida butaca del cine.

Las Crónicas de Narnia nace como repuesta de Disney a las dos sagas cinematográficas más importantes de los últimos años: Harry Potter y El Señor de los Anillos. Y es que estos títulos han ido robando protagonismo al emporio de la magia navideña, y de alguna manera había que contestar y enfrentarse al reto de la superproducción de un buen montón de aventuras de fantasía épica para todas las edades. Para ello, se decidió contar con una saga de novelas (del mismo nombre) del británico C.S. Lewis, un autor relacionado además con los dos títulos ya mencionados: y es que era amigo de Tolkien (existiendo una amplia correspondencia entre ambos) y ha sido uno de tantos maestros de J.K. Rowling (se dice que quiso estructurar Harry Potter en siete libros precisamente en homenaje a Narnia).

Siendo un escritor bastante serio, Lewis quiso escribir unos cuentos infantiles, influenciado quizá por las horribles vivencias de la Segunda Guerra Mundial (cualquier guerra es injusta para un niño) y por su recién “estrenado” catolicismo (que impregna el espíritu de esta obra). Y así nacieron Las Crónicas de Narnia, siete libritos dedicados a los más pequeños de la casa que desde su momento de publicación tuvieron un enorme éxito. En concreto, El León, la Bruja y el Armario nos cuenta cómo los cuatro londinenses hermanos Pevensie (el responsable Peter, la inteligente Susan, el impulsivo Edmund y la dulce Lucy) son enviados a vivir como refugiados en la mansión campestre de un anciano profesor mientras dura una guerra en la que su padre participa y que casi acaba con su casa. Así, tras la dura despedida de su madre, marchan en tren hacia ese lugar que les reportará seguridad, y se encuentran con una estricta ama de llaves que apenas les dejará hacer nada. Sin embargo, en una tarde de especial aburrimiento no pueden evitar jugar al escondite, descubriendo así la pequeña Lucy una habitación donde hay un armario (precioso, de enormes proporciones) que más que esconderla lo que hace es llevarla a un mundo mágico que se conoce como Narnia. Sin embargo, Narnia vive en un largo invierno desde que la malvada Bruja Blanca se hizo con el poder, autoproclamándose Reina, y cuenta la profecía que sólo el león Aslan y cuatro humanos (dos niños y dos niñas) serán capaces de devolver la paz y la libertad a ese mundo lleno de faunos, minotauros y animales que hablan. Cuatro niños inseguros, ingenuos e inocentes que huyeron de una guerra para enfrentarse a otra que les hará crecer a pasos agigantados y, de paso, reforzar sus relaciones.



Las Crónicas de Narnia: el León, la Bruja y el Armario nos devuelve así el mejor cine de aventuras infantil, ese que en el fondo pueden disfrutar espectadores de todas las edades, que está hecho con buen corazón y buenas intenciones (aunque para los más adultos esto tenga a veces connotaciones negativas). Una película de puro entreteniento y un ritmo envidiable. Y orquestando con soltura esta función nos encontramos a Andrew Adamson, cabeza pensante y batuta también de esas dos joyitas de la animación que son las películas de Shrek. Delante de la pantalla, cuatro rostros de actores británicos desconocidos: Georgie Henley, Skandar Keynes, William Moseley y Anne Popplewell como Susan, Edmund, Peter y Lucy, los cuatro hermanos Pevensie y cuatro jóvenes actores a tener en cuenta. Y junto a ellos interpretando a Jadis, la malvada Bruja Blanca está Tilda Swinton, una actriz cuyo particular rostro sonará a muchos por sus papeles de secundaria y que quizá adquiera aquí una nueva relevancia más acorde con su gran capacidad interpretativa. Su Jadis es fría y atrayente a la vez, malvada y ambigua. Finalmente quien tenga la suerte de poder ver el film en versión original (subtitulada) disfrutará no sólo del impecable acento británico de estos actores, sino también de voces como las de Liam Neeson (como el majestuoso león Aslan) o el invitado de lujo Rupert Everett.

Sin embargo no todo iba a ser magia en Narnia, y la película tiene también sus aspectos negativos. Quizá uno de ellos sea el uso de la tecnología digital. Es cierto que cuando vemos al león, a los lobos, a los castores o al zorro es imposible no pensar que están hechos de una forma increíble, que casi parecen de verdad, y esto, en el fondo, es un problema, porque se nota que no son de verdad. Quizá habría sido más apropiado el uso de prótesis y animatronics más tarde retocadas por ordenador, pero con una base real (como se ve que funciona en algunos personajes). El segundo gran pero de esta película tiene el título de otra ya mencionada: El Señor de los Anillos. Tanto C.S. Lewis como Tolkien formaron parte de Inklings, una tertulia literaria, y compartieron (como antes de ha dicho) una amistad, cosa que hace que ambos autores tengan probablemente unas raíces comunes, y que compartieran ideas. Y aunque se ve que las aspiraciones de Lewis no eran tan altas como las de Tolkien, y que su obra es en el fondo para niños, es imposible no encontrar un buen número de semejanzas temáticas. A esto hay que sumar que formalmente la película le debe mucho a la trilogía del neozelandés Peter Jackson (por cierto, tan neozelandés como Adamson, el director de Narnia). Y no sólo porque WETA (la compañía de efectos especiales que creó Jackson) participe en el film, como también lo hacen Alan Lee y John Howe (aportando sus diseños conceptuales como ya hicieron en aquella), sino porque cinematográficamente usa muchos de sus recursos, y así por ejemplo nos encontramos con la manera en que está compuesta la banda sonora (incluyendo de nuevo una voz femenina, la de Amy Lee), con un par de secuencias demasiado similares, y finalmente cierto tipo de planos aéreos, ralentizados y una batalla rodada a la Jackson (cosa que de todas formas hemos podido ver también en otro títulos de carácter épico como Troya o El Reino de los Cielos)... Todo muy Tierra Media.

Aun así, lo mejor es intentar olvidar todos estos referentes y dejarse llevar por la magia de Narnia, porque haberla la hay, y una vez que se entra en su juego es esta película una de esas que se disfrutan sobremanera, que ponen nervioso, en tensión, y que emocionan (aun suponiéndonos todos cómo va a acabar). Y encima tiene una primera parte que es francamente brillante y que ya de por sí justifica cualquier visionado.

Finalmente, un consejo: no abandonéis la sala según comiencen los títulos de crédito al acabar la película. Esperad un poquito más...

 

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