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Crítica - El Jardinero Fiel

Poster

'Visionado recomendado'

03/11/2005 - Por Irulan

(3/5)

El Jardinero Fiel
Director: Fernando Meirelles
Intérpretes: Ralph Fiennes (Justin Quayle) / Rachel Weisz (Tessa Quayle) / Hubert Koundé (Dr. Arnold Bluhm) / Danny Huston (Sandy Woodrow) / Bill Nighy (Sir Bernard Pellegrin) / Richard McCabe (Arthur Hammond) / Donald Sumpter (Tim Donohue) / Gerard McSorley (Sir Kenneth Curtiss) / Archie Panjabi (Ghita Pearson) / Pete Postlethwaite (Marcus Lorbeer) / Juliet Aubrey (Gloria Woodrow)
Duración: 129 minutos
Sinopsis: Tras encontrar a su esposa misteriosamente asesinada en un lago de Kenya, un diplomático británico destacado en dicho país se dedicará a investigar su muerte. Comenzará así una peligrosa odisea que lo llevará al corazón de las conspiraciones diplomáticas e intereses [...]
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Estreno en España 4 de Noviembre de 2005


CRÍTICA



El otoño es una buena época para ir al cine, y no sólo porque (con suerte) llueva y haga falta un sitio donde resguardarse los domingos por la tarde, sino porque es el momento en que los grandes títulos, esos que en la época estival hibernan y que hacen su verdadero agosto en los festivales, empiezan a llegar a nuestras pantallas. Así, recién estrenado noviembre, y tras el aterrizaje en nuestros cines de lo último de Coixet, Jarmush, Burton o Cronenberg, le llega el turno a Fernando Meirelles, un autor cuyo nombre a priori puede no sonar, pero que abandona ese parcial anonimato tras la lectura de tres palabras: Ciudad de Dios. Y es que este brasileño nos sorprendió a todos hace tres años cuando esta película de bajo presupuesto y aspiraciones minoritarias dio la vuelta al mundo, se convirtió en uno de esos fenómenos de masas a base de un bien fundamentado boca a boca, y estuvo presente en la gala de los Oscars correspondiente compitiendo en algunas de las categorías más importantes (Mejor Director, Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía, Mejor Montaje).

Tiempo ha pasado para que podamos disfrutar de este su nuevo proyecto (tras otro título: Domésticas y la serie para televisión Ciudad de Hombres), y por fin y tras muy buenas críticas allá donde ha sido exhibida, llega El Jardinero Fiel a nuestras pantallas, y de nuevo lo hace basándose en una novela y mezclando géneros, solo que esta vez con un presupuesto muchísimo mayor. En este caso, el creador de la historia es el archiconocido escritor de best-sellers John Le Carré, quien con anterioridad había sido adaptado (La Casa Rusia, El Sastre de Panamá) y que además supervisó y dio el visto bueno al texto de la película que nos ocupa. La novela, con tintes biográficos (está basada –o más bien dedicada- en la figura de la activista Yvette Pierpaoli, muerta en un accidente de coche en Albania) nos cuenta la historia de un diplomático británico, Justin Quayle, cuya mujer Tessa muere en extrañas circunstancias en África, cosa que él, un hombre de existencia pasiva, decide investigar, adentrándose en un mundo de corrupción en el que su propio gobierno está involucrado y que pondrá su vida en peligro.



La película así combina dos géneros: el thriller con tintes románticos y el social (quizá alejado del realismo británico o de nuestro Fernando León de Aranoa). Por un lado vemos cómo es la relación entre Justin y Tessa, cómo se conocen, cómo surge la atracción entre ellos, cómo él es un hombre tranquilo, trabajador, que no se cuestiona las cosas, aficionado a la jardinería –de ahí el título del film-, cuyo mundo se trastoca con la llegada de ella, una mujer joven, pasional y apasionada, activista y guerrillera ideológica. Vemos cómo se casan al poco de conocerse, cómo viven experiencias que les unen y hacen que el amor crezca entre ellos, cómo ella le convence para que le deje acompañarle a África. Y vemos también cómo vive él la pérdida de su esposa, cómo comienza a sospechar acerca de la veracidad de quien le dicen fue su asesino (un amigo médico que cometería un crimen pasional) y cómo poco a poco indaga en la vida de ella (esa de la que se había apartado por petición de Tessa), se hace esas preguntas que siempre había eludido y decide encontrar respuestas. Sea al precio que sea.

Y en este punto es cuando la acción del film se mezcla con lo social. Porque la película también denuncia la precaria situación que se vive en África, y en concreto una práctica al parecer muy habitual en compañías farmacológicas: probar sus productos en proceso en países en vías de desarrollo. Bajo acciones “desinteresadas” (la donación de medicamentos) se utiliza a los aborígenes para testar estos mismos, dando esto lugar a innumerables muertes de las que no nos enteramos. Y muchas veces, los gobiernos de “los grandes” son conscientes de esto, y no hacen nada (por no decir que pueden hasta estar involucrados en ello).



De este modo, El Jardinero Fiel se convierte en una interesante experiencia cinematográfica, dos horas de tensión y denuncia social que además poseen una factura impecable. Comenzando por los dos rostros que llenan la pantalla durante la mayor parte del metraje: Ralph Fiennes (Justin) y Rachel Weisz (Tessa), juntos por segunda vez tras su participación en Sunshine, ambos fantásticos en sus papeles y acompañados por buenos secundarios (Danny Huston, Bill Night o el siempre eficaz Pete Postlethwaite); y seguidos por la excelente fotografía de César Charlone (que nos muestra algunas preciosas imágenes de una África llena de colores y texturas, con algunos planos bellísimos y algunos momentos más flojos tipo “cámara en mano”) o el buen montaje de Claire Simpson (que mezcla presente y pasado en la primera parte del film dando dinamismo a la historia antes de centrarse en el presente de la segunda parte). Y junto a ellos nuestro Alberto Iglesias componiendo una banda sonora de tintes étnicos bastante apropiada para la propuesta de Meirelles (aunque no me gustó demasiado, siendo esta quizá una apreciación demasiado personal).

Si tuviésemos que buscarle faltas a esta película, estas se encontrarían en la segunda parte de la misma, donde hay un par de puntos muertos, de momentos en que es inevitable mirar el reloj. Y más concretamente en su tramo final, que pega un bajón considerable respecto a lo visto para de nuevo remontar el vuelo en el cierre del film (que posee una coherencia más que apreciable en estos días de happy endings), a pesar de estar la última media hora del metraje teñida por una especie de misticismo romántico que no le hace nada bien y un punto de sensiblería que había estado ausente durante el resto de la película y que de nuevo pone en peligro la calidad de la obra del director brasileño.

Sin embargo, y a pesar de que lo antes comentado aleja a este título de la redondez de obra maestra, sigue siendo una obra de visionado recomendado, un film que se toma muy en serio a sí mismo y a lo que plantea, que considera al espectador como un ente inteligente y que, en definitiva, es una disfrutable buena película.

 

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