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Crítica - Fahrenheit 451

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'No aporta mucho a la novela de Bradbury'

20/09/2005 - Por Sycamore

(3/5)

A la sombra de 1984 y Un mundo feliz, la novela de Ray Bradbury Fahrenheit 451 se ha situado en el mundo de la ciencia-ficción como la tercera en discordia dentro de las distopías del siglo XX. Su adaptación al cine, sin embargo, ha sido la más destacada gracias a la presencia de un director de tanto renombre como François Truffaut. Y resulta curioso que Truffaut, enganchado a la Nouvelle Vague, afrontara un título tan distinto a sus tranquilas Jules y Jim o La piel suave, rodadas meses antes de la adaptación de Bradbury. El resultado es un rara avis del cine de ciencia-ficción europeo de los años 60, mezcla de tratado sociológico en torno a la felicidad humana y distopía futurista de modesto corte.

La intención de Truffaut, parece, era hacer de una historia que podía dar lugar a mucho artificio y espectáculo visual una pequeña historia en torno a nuestro protagonista, Montag, y las dudas existenciales que le asolan en su futurista mundo. Como todo el mundo sabe en mayor o menor medida, Fahrenheit 451 gira en torno a un mundo en el que los libros están prohibidos y los bomberos, en vez de apagar fuegos, se dedican a quemar las pocas ediciones sueltas que quedan en casas de insurgentes. Los libros son el símbolo, más que nada, de un futuro en el que se nos aconseja no pensar para ser felices. Montag, a través de una curiosa muchacha, aprenderá que la verdadera vida está más allá de la incultura y la superficialidad que se extiende, y crecerá en él una irrefrenable curiosidad enfrentada con su ocupación y su mundo. Fahrenheit 451 es una película puramente sociológica por la vía indirecta, a través de la simbología y la pequeña historia que nos cuenta.

Como película, Fahrenheit 451 triunfa gracias a su fidelidad a la novela. Sus mayores logros están ahí y en la sobresaliente actuación de Oskar Werner, capaz de transmitir a su personaje toda las inquietudes que Montag siente, todas las contradicciones y la angustia a las que es sometido. Más allá de eso, Truffaut no se encarga de mucho más. La representación del futuro es más que modesta: resulta un tanto irrisoria y poco trabajada. La parte visual no es lo más importante para Truffaut, pero en una película de ciencia-ficción resulta la base indispensable para lograr captar al espectador. El ritmo, por otro lado, es un tanto irregular y la película necesita de casi una hora para empezar a rodar por sí sola, acabando sin embargo con una parte final demasiado atropellada.

Al final, a pesar de tener el nombre de Truffaut tras los títulos, la adaptación de Fahrenheit 451 no aporta mucho a la novela de Bradbury aunque sí algo más a la ciencia-ficción de la época, que se revolucionaría definitivamente como género serio dos años después con 2001, una odisea en el espacio. Como film, Fahrenheit 451 es una película irregular, fiel al texto pero despreocupada de la ambientación, que gana gracias a la actuación principal y a la maestría de Bradbury.

6,5/10

 

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