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Crítica - Hedwig and the Angry Inch

Poster

'Una rareza del género'

14/09/2005 - Por Sycamore

(4/5)

El género del musical fue durante los años 30 hasta los 60 uno de los más taquilleros y extendidos dentro del Hollywood más clásico. Desde Fred Aistaire hasta Gene Kelly el género vivió su nacimiento, madurez y estado terminal. Poco ha mejorado el panorama desde entonces, y aunque en los últimos años ha habido una pequeña resurrección gracias a la polémica y original visualmente Moulin Rouge y la más clásica Chicago, lo cierto es que el género lo tiene difícil para impactar. Queda lugar a la originalidad porque, al margen del musical clásico y alguna rareza tipo The horror picture show, poca diferenciación ha habido. Hedwig and the angry inch, personalísima obra de su director, guionista y protagonista John Cameron Mitchell surge en el panorama musical para revolucionar el género con una estética auténtica y una música de gran calidad.

Hedwig and the angry inch cuenta la historia del polifacético y extravagante Hansel a través de su música, plagada de canciones memorables. Es la historia de un niño que nació en Berlín Oriental y fue creciendo con sueños de grandeza y confusión sexual, hasta que, según cuenta, logró la libertad al casarse con un hombre haciéndose pasar por mujer tras una operación de la que surge la curiosa "angry inch" de la que mejor no comentar nada más aquí. Hansel, convertido ya en Hedwig, es abandonada y comienza a componer junto con Tommy, un joven que vive en la casa donde Hedwig trabaja. La relación de amor/odio que surge entre los dos no termina de funcionar a la perfección ni en la historia pasada ni en la presente, quizá por la propia confusión que Hedwig tiene en torno a ella. En cualquier caso, la vida de Hedwig se muestra como una fábula de tristeza y melancolía que ataca al espectador profundamente. Desde las primeras imágenes, en las que vemos a un personaje extravagante y estridente, hasta las últimas iremos poco a poco simpatizando con Hedwig y comprendiendo su triste historia, empatizando y sintiendo su sufrimiento y desilusión. Este es uno de los mayores méritos de la película.

El mayor, sin duda, es su música. La historia se nos cuenta a ratos con flashback y a ratos a través de las canciones, que le dan una intensidad mayor a todos los capítulos de Hansel y Hedwig. La calidad de la BSO es excepcional y llega a la categoría máxima en canciones como "Origin of love", con la que se queda casi todo el mundo, y que cuenta con una de las letras más tiernas y bellas que se hayan podido escuchar en un musical. Como en este género no todo cuenta por lo que se escucha, el planteamiento estético es muy acorde con el espíritu de Hedwig y a pesar de ser una película de bajo presupuesto el trabajo de cámara y algunas escenas son realmente brillantes. La labor de John Cameron Mitchell es impresionante en cada una de las facetas que desarrolla, destacando la de actor por una interpretación sobresaliente que te deja con la sensación de haber visto una autobiografía. En la de dirección, además del uso de la estética hay que mencionar el fantástico uso de un recurso normalmente arriesgado y fallido como es el de los dibujos animados. Sencillos y simples pero encantadores, complementan las actuaciones perfectamente.

Hedwig and the angry inch resulta en consecuencia un musical muy distinto a los que estamos acostumbrados a ver, con poca luz y poca sonrisa y si mucho dramatismo. Una rareza del género que pasará de puntillas por el panorama pero llegará a todos los que conozcan la melancólica historia de Hedwig y que hará comprar la fantástica BSO a más de uno, para disfrutar la película con sólo escuchar una vez más "Origin of love".

8,5/10

 

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