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Crítica - Horizontes perdidos (1937)

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'Clásico por descubrir'

28/08/2005 - Por Sycamore

(3/5)

El término "utopía", inventado por Tomás Moro a través de la novela del mismo título hace ya siglos, ha dado lugar a todo un subgénero literario de la ciencia-ficción mezclada con política. Aunque su contrario, la distopía, es la que mayores joyas ha dado al cine y a la literatura (siempre es más dramático un futuro incierto), también existen utopías recomendadas como La isla, de Aldous Huxley. Frank Capra adapta en Horizontes perdidos una novela de James Hilton en la que los elementos básicos de toda utopía están presentes: visitantes exteriores que se quedan prendados de la sencillez y humanidad del lugar, basado éste en un sistema pseudocomunista sin sitio para los malos sentimientos tan humanos como el egoísmo o la envidia.

La historia de fondo en Horizontes perdidos no es más que una excusa dramática de poco nivel para mostrar lo que de verdad importa en la película. Todo comienza con un dirigente inglés que en su regreso a Londres es secuestrado junto con otros cuatro compañeros y llevado a un lugar situado en medio del Tíbet, rodeado de montañas y nieve y aislado convenientemente del mundo, donde nuestros protagonistas podrán conocer Shangri La, un lugar de ensueño que poco a poco irá hechizando a los en principio involuntarios invitados a la ciudad. Horizontes perdidos mezcla la parte política del asunto con un poquito de fantasía aludiendo a la alta longevidad antinatural de sus habitantes, pero lo cierto es que este aspecto no aporta mucho y es innecesario. La película, una vez llegado a Shangri La, se dedica enteramente a describir las bonanzas del lugar sin apenas carga dramática, lo que la lleva a caminar inciertamente durante mucho metraje, pues lo que funciona en una novela (Utopía de Tomás Moro apenas tiene argumento y es más un folleto político) no lo hace en una pantalla. Sólo al final, con la confrontación del mundo capitalista moderno y la austeridad encantadora de Shangri La, habrá notas que despierten de nuevo al espectador.

Es curioso que Frank Capra dirigiera esta extraña película mezcla de aventuras y alegato utópico. Lo es porque Capra era un americano convencido de la bondad de su país y del ser humano, un nacionalista feroz y conservador que confiaba en los viejos valores. En Shangri La, sin embargo, lo que se respira es un ambiente comunista que no pega con el fantástico director de películas como ¡Qué bello es vivir! o Caballero sin espada. Y sin embargo Horizontes perdidos da la sensación de ser la película más personal del director, el sueño megalómano de un director de espacios reducidos que se atrevió a rodar una superproducción de diez meses de duración y alto coste. El resultado es espectacular a nivel artístico para la época en cuanto a efectos y escenarios, pero no tanto a nivel cinematográfico. La película de Capra adolece en su mitad de un vacío existencial en el que se dedica demasiado tiempo a describir un espacio y una filosofía de vida ya conocida en obras similares, convirtiéndose en una película demasiado descriptiva y con ritmo irregular.

Clásico por descubrir y bastante olvidado, Horizontes perdidos es una rareza dentro del austero cine de Capra, una superproducción mezcla de aventuras e ideología con buenas actuaciones y puesta en escena pero irregular desarrollo, que merece un visionado sobre todo por el aspecto utópico de la filosofía que hay por debajo.

6,5/10

 

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