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Crítica - Los Chicos del Coro

Poster

'Una más del estilo'

28/08/2005 - Por Sycamore

(3/5)

Igual que las road movies, las películas de alumnos conflictivos con profesor romántico que los doma a través del arte se ha convertido ya en un género en sí, siendo cada vez más frecuente que cada nueva película nos recuerde las anteriores y nos vaya dejando una sensación de deja vu peligroso. Si El club de los poetas muertos fue el pistoletazo inicial, Los chicos del coro es la enésima versión de la misma historia, contada ahora desde un punto de vista francés pero con demasiados elementos ya vistos anteriormente. La mala noticia es que la película de Christophe Barratier se acerca más a Mentes peligrosas que a la excelente película de Weir.

Comenzamos con un funeral y el comienzo de un largo flashback. Siendo una película europea, corremos el riesgo de identificar estos elementos con Cinema Paradiso. Craso error. Los chicos del coro es mucho más convencional que la obra maestra de Tornatore y a partir de ese prometedor comienzo la película ofrece sus ingredientes sin innovar demasiado: empezamos con un internado con alumnos problemáticos con escasas oportunidades de futuro y castigados y oprimidos constantemente por el director de la escuela, que como no podía ser de otra manera es un ogro sin escrúpulos, ni ideales, ni sentimientos ni nada (algún día el gremio de directores de escuela y alcaides de prisión se quejarán públicamente de su trato en el cine). Llega el profesor romántico, enamorado del arte y de los niños, dispuesto a hacer de su vida un ejemplo de generosidad, flexibilidad, buenos sentimientos; por supuesto, obra el milagro en los niños. Tenemos también, no podía faltar, al especialmente rebelde chico que no se termina de decidir entre dedicarse al cante jondo o asustar viejas y con el cual el profesor tendrá que exprimir sus habilidades docentes. Al final la historia tiene la moraleja de siempre, la lucha entre dos sistemas de educación, el de mano dura acción-reacción y el comprensivo e integrador. A ver si algún día una película se posiciona a favor del primero, ¡sería realmente original!

Original como no resulta Los chicos del coro, en la que todo, absolutamente todo, es previsible y hace restar enteros al pretendido resultado conmovedor del asunto. Está rodada con tacto, los niños son un encanto (especial mención al dulce Pepinot), las canciones son preciosas (recomendable BSO), pero la película falla. No se puede esperar reescribir la misma fórmula cambiando sólo los factores y el país de origen y pensar que va a volver a funcionar igual de bien. Los chicos del coro no se sale de la línea ni siquiera en su complaciente tramo final, más cerca del pañuelo de lágrimas americano que del tacto europeo.

Una película recibida con los brazos abiertos por el público, ávido de buenos sentimientos, gestos bonitos y personajes entrañables, pero que probablemente con el tiempo pase a ocupar un lugar más en la cada vez más larga cadena de películas del estilo. Los chicos del coro aporta una visión europea al asunto pero se pierde en un tratamiento que, al final, parece más el remake de Mentes peligrosas o Sister Act que otra cosa. Desde luego, si Mentes peligrosas se hubiera rodado después de Los chicos del coro, todos diríamos que es un remake de ésta.

6,5/10

 

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