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Crítica - La Matanza de Texas (1974)

Poster

'Demasiado buena como para no ser de culto'

22/08/2005 - Por Hattie Carroll

(5/5)

La Matanza de Texas es una película clave en la historia. Con mucha valentía y un uso de la cámara realmente brillante supuso un punto de inflexión y la pérdida definitiva de la inocencia en el cine. Por eso no resulta extraño que fuera rodada en los años 70, década que simboliza la libertad y la rebeldía pero también el desencanto y los malos viajes. Inspirada lejanamente en uno de los asesinos más famosos de la historia norteamericana, Ed Gein, y rodada con una sobriedad cercana al documental, impacta por la maestría al sugerir sensaciones en el espectador. Cree haber visto un auténtico delirio de sangre y vísceras pero sólo lo ha imaginado. La violencia rodada de esa manera es mucho más efectiva y dolorosa a nivel psicológico. Uno no sabe si ha cerrado los ojos sin querer o es que el plano se ha cerrado hábilmente. Por supuesto, todo depende de esa magnífica cámara, del brillante montaje, de la espeluznante banda sonora, de la opresiva fotografía y de una iconografía bizarra, que sobrecoge por lo esperpéntico y malsano (y sobrecoge sobre todo pensar que la casa del mencionado Ed Gein era un museo de los horrores todavía más atroz). Por no mencionar las realistas interpretaciones de los cinco jóvenes y de los pirados matarifes que se han quedado sin trabajo.

Lo sublime de esta gran obra es que supone una disección del ser humano y de una época concreta de una manera mucho más acertada de lo que pudiera parecer. Ya no se podía esconder el horror por más tiempo, ni nuestra morbosa fascinación por él. Morbosa fascinación que se demuestra en el hecho de que el icono de la película sea el verdugo y no la víctima. Verdugo al que se deshumaniza, al que no se quiere ver como uno de los nuestros… pero que lo es sin ninguna duda. Aquí el horror se muestra de manera seca y directa, pero también sutil. La psicología de los personajes está perfectamente definida con sólo cuatro trazos. Y se nos antojan reales, perturbadoramente reales. Los cinco jóvenes masacrados van de hippies, pero no tardarían en formar una familia y llevar una vida burguesa de no encontrarse en su camino con esa familia de descerebrados, que representan la tragedia de las clases menos favorecidas de la América Profunda. Tres hombres solos en medio de la nada, feos, desagradables, tontos, deformes… no es difícil imaginar las perturbadas relaciones que mantienen entre ellos. Magnífico sin duda el contraste que se establece entre el Leatherface más implacable y el niño humillado que se disculpa ante su hermano mayor lloriqueando.

Creo que todo esto tiene un gran valor simbólico y, en el fondo, se esconde una devastadora crítica social. Fue la primera película en mostrar un horror que el espectador percibió real (y más cuando se vendió como un suceso real). Fue la primera en enfrentarlo a la locura en estado puro producida por unas condiciones sociales que sólo favorecen a los que tienen suerte y que hunde en el fango a los que no la tuvieron. Y el pánico de que esos seres se metan en la vida de los afortunados y la destrocen literalmente. Por eso no es sólo una película de terror, sino el reflejo de una realidad pavorosa. Al verla nadie se pregunta cuáles son las razones de la enajenación de la familia (no hay tiempo para preguntas), pero esas causas planean sobre la película, no son explicadas pero se perciben y es lo que llena la película de sentido. Esa crítica latente. Esa desesperanza no exenta de comicidad, de perverso y patético sentido del humor.

La matanza de Texas acercó a un espectador todavía puro esa locura. Yo no puedo ni atisbar a vislumbrar lo que supondría para los espectadores verla en una sala a oscuras a mediados de los setenta. Tuvo que sacudirlos como nunca los había sacudido nada. Por eso pasó a la historia y es el clásico de culto por excelencia. Demasiado alejada del cine convencional y mejor visto (lleno de sentimientos humanos elevados) y demasiado patética (llena de los más perturbadores sentimientos humanos) para ser un clásico, pero demasiado buena como para no ser de culto.

10/10

 

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