Los trenes de deportación nazis fueron rebautizados como "Los trenes de la muerte" por el irrevocable destino que les esperaba a las personas que los ocupaban, "El tren de la vida" es la historia de un tren que se utiliza para todo lo contrario, liberar a sus ocupantes. La inadjetivable locura nazi se combate con las locuras de Schlomo, el loco de un pueblo judío situado en Francia. Es una historia valiente que utiliza el sentido del humor como única arma ante los hechos del holocausto nazi.

Las comedias son el mayor reto concebido para un actor, esta historia es un reto aun mayor por el tema que trata y como lo trata, el peso recae aún más como una gran losa en los actores. No hay ni uno solo que no realice un trabajo magistral:
El preocupado y valiente Mordechai interpretado por un genial Rufus (padre de Amelie), el loco sabio Schlomo interpretado por un Lionel Abelanski serenamente alocado, El entrañable Rabino al que da la vida Clement Harari, el despechado comunista Yossi que Michel Muller interpreta, el apasionado
jefe del batallón de la resistencia incluso los actores que solo tienen una frase llenan la pantalla de graciosa verosimilitud.

La versión doblada al castellano es un pecado, una blasfemia a la interpretación. En la versión original (subtitulada o no, según el nivel de francés y alemán que tenga el espectador) se aprecia el desorden de estos diálogos, el caos en el enfrentamiento entre personajes, las discusiones toman vida, e incluso las traducciones escritas hacen más gracia pues los diálogos hablados cambian ligeramente, perdiendo el chiste toda su gracia.

La necesidad vital de unas buenas interpretaciones vienen causadas por un guión de gran nivel, escrito por Radu Mihaileanu. Jugando con un humor fresco y que no cae para nada en el humor negro, mucho más fácil que el que se utiliza en esta película. Si pelamos una capa o dos de cada uno de los chistes podemos encontrar fácilmente la horrible verdad de la que, latente, habla esta película.

La imagen es tratada con la misma frescura y optimismo que los diálogos, continuos paisajes verdes que el tren de la vida resigue como si fuera un pincel. Planos tan bonitos como el de la locomotora surcando las vías y el maquinista fuera de la misma, como los cuadros de los impresionistas, llenos de colorido y contrastes.

La banda sonora de Goran Bregovic toma verdadero protagonismo hacia el final de la película, el resto del tiempo se mantiene tímidamente al margen, pero muy presente si se tiene oídos finos. Una película de gran nota por la manera en que trata el holocausto, por sus actores, por su colorido, por su historia...por hacer que la barbarie tenga su lado cómico, algo impensable hasta hace unos años.

Muy recomenable para los amantes de las comedias de humor muy inteligente, en donde ataca la risa, la reflexión y la lágrima cuando uno menos se lo espera.

Nota: 8/10