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Crítica - Batman y Robin

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'Solo se salva la BSO'

16/06/2005 - Por morneo

(1/5)



En 1997 llegó la cuarta y hasta el momento última parte de Batman. Con un gran elenco de actores se presentó “Batman y Robin” como uno de los grandes éxitos de aquel verano. Protagonizada en sus papeles principales por George Clooney como Batman, Arnold Schwarzenegger como Mr. Freeze, Uma Thurman es Hiedra Venenosa, Chris O´Donell repite como Robin y Alicia Silverstone presentando a Batgirl, esta nueva aventura del hombre murciélago y su inseparable compañero puede tener muchas definiciones, la mayoría malas, pero tal vez la más adecuada sea decir que es ridícula.

Con un guión de Akiva Golsdman (parece mentira que este hombre escribiera años más tarde “Una mente maravillosa” y ya veremos que le sale de la adaptación del famoso libro “El código Da Vinci”), que no se si el guión es así de estúpido porque se hizo así o está escrito así porque nos consideran estúpidos, empieza una nueva cruzada contra el mal. Con Tim Burton ya totalmente fuera del proyecto, ya cualquier cosa nos podíamos esperar. Si con “Batman Forever”, nuestros ojos y cerebro sufrieron las desagradables consecuencias de este aluvión desbordante de colorido intenso, más propio, otra vez, de un viaje lisérgico de enormes proporciones, añadirle el diálogo más estúpido que os podáis imaginar, lleno de frases recurrentes y chistes que provocan nuestra risa de los ridículos que son. Si ya sentimos algo de vergüenza ajena al ver la interpretación de los actores de “Batman Forever”, los que salen aquí están al mismo y en ocasiones superando, el mismo nivel de esperpento artístico de Jim Carrey, Tommy Lee Jones y Val Kilmer.



En esta ocasión, el papel de Batman recae en George Clooney, quien gozaba de enorme popularidad a raíz de su papel en “Abierto hasta el amanecer”. Es cierto que es el Batman más atractivo, el que tiene más presencia, pero a la vez es quien posee el diálogo más absurdo, en dura competencia con el de Arnold. Claro que uno no sabe si su actuación es por culpa de ese ¿guión? o por la falta de voluntad que le pone Clooney, ya que en ocasiones parece que hace un desfile de su sonrisa pareciendo una vulgar imitación trasnochada de Cary Grant. La estrella más rutilante es la presencia de Arnold Schwarzenegger, que llegó a cobrar 30 millones $ por hacer tal esperpento. Pero en “Batman y Robin”, Arnold hace de Arnold, ya que su diálogo está lleno de frases chistosas de escaso contenido, con unos chistes más propios de Chiquito de La Calzada (“Te he dejado helado, pipiolo”, “Se helará hasta el infierno”, etc.) pareciendo más bien el anuncio publicitario de cualquier marca de helados. La presencia más sensual la aporta Uma Thurman, quien en un principio parece una pariente lejana del personaje de Jim Carrey. También es cierto que su personaje no da más de sí, pero viéndola en papeles como “Gattaca” o “Kill Bill”, resulta increíble que se metiera en tal berenjenal de despropósitos. Tal vez sea que al aumentar su cuenta bancaria disminuye proporcionalmente su sensación de ridículo, ya que otra explicación no puede haber. La única presencia que se repite (además de Alfred, el único personaje por el cual guardo un respeto) es Chris O´Donell haciendo del ¿compañero? de Batman, Robin. Si su interpretación en la anterior película era patética en todos los aspectos pues en esta es… en todos los aspectos patética, es decir igual de lamentable. A todo esto hay que añadirle su diálogo con Batman, más propio de una pareja de hecho, llena de conversaciones de una ambigüedad considerable. Batman y Robin parece una pareja que esconde sus sentimientos y disputas cuando se enfundan su ceñido traje de goma. Robin es más rebelde y Batman más autoritario, siendo una relación que el espectador intuye que es más que una amistad. La alternativa presencia femenina es protagonizada por Alicia Silverstone que hace el papel de la sobrina de Alfred (anda que se calentó la cabeza el guionista para decir donde estudiaba: “Oxbridge) y que posteriormente pasa a ser Fatgirl, digo Batgirl. Silverstone es una presencia vacía, el contrapunto feminista de Batman y Robin, además de tener unos kilos de más, que se notan más si cabe cuando se pone ese traje ajustado.

Después del destrozo de los personajes y guionista, no nos podemos olvidar del director de este circo, porque otro calificativo no le podemos poner a esto, ya que película sería algo excesivo. Si ya pensé que Schumacher había hecho un viaje de LSD con la anterior película, parece que ha vuelto a comprar un nuevo billete en esta película. Su obsesión con el verde y el púrpura, añadiendo además el azulado, es excesiva, además de un montaje horrendo (fijaos en la escena en la que Robin cae en la piscina de la guarida de Hiedra Venenosa, la cámara va para delante y para atrás) y una manera de dirigir a los actores más propia de alguien que no sabe ni lo que hace. Los decorados vuelven a parecer que están sacados de cualquier Falla valenciana y el estilo visual de Gotham ya se perdió en la anterior película y en esta aún más si cabe.

De nuevo, lo único destacable es banda sonora de Elliot Goldentahl y que bueno, la película aunque dure un par de horas, te da un margen de media hora para dormirte o no ver más. No es de extrañar que hubiera que esperar bastante para que otro director se encargase de relanzar de nuevo el proyecto de Batman y han tenido que pasar ocho años hasta que pudiéramos volver a ver al hombre murciélago en “Batman Begins”


 

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