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Crítica - El Vuelo del Fénix (2004)

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'El Fénix vuelve a volar'

02/06/2005 - Por morneo

(2/5)

“El Fénix vuelve a volar”

Escrita por Edward Burns y Scott Frank (Minority Report) y dirigida por John Moore (Tras la línea enemiga), esta película “El Vuelo del Fénix”, es bastante fiel al argumento principal de su homónima de 1965 que fue dirigida por Robert Aldrich, aunque como suele ser habitual en los remakes, se toma ciertas licencias.

Desde hace ya bastante tiempo, en Hollywood se ha impuesto una especie de hábito en una amplia mayoría de sus películas y es la de hacer una nueva versión de películas clásicas o extranjeras. Ese tipo de películas se denomina “remake”, que significa volver a hacer. “El vuelo del Fénix” es un claro ejemplo de lo que significa esa expresión, ya que no sólo coge el mismo título, además sitúa a los personajes en el mismo paraje inhóspito, un desierto, al que llegan después de un fatal accidente aéreo. Claro, que uno de los aspectos que más cojean esta serie de películas es de su falta de originalidad y de pecar de excesivamente previsibles, ya que como sucede en este caso, su argumento se aferra a la historia original dejando poco margen para alguna sorpresa. La versión de 1965 poseía algo que la diferencia enormemente de ésta y son los actores: James Stewart, Richard Attenborough, Ernest Borgnine, Hardy Krueger jr, George Kennedy y Peter Finch, un talentoso grupo de intérpretes.

Esta nueva versión cuenta como protagonista con Dennis Quaid, un actor al que últimamente hemos visto en “A good company” o “El día de Mañana” y que parece relanzar de nuevo su carrera. Quaid no es un actor brillante, ni alardea de querer serlo, pero es la persona perfecta y adecuada que encaja en este tipo de papeles tan poco exigentes, de los cuales sólo se pide que aporte a su personaje algo de carisma, lo que resulta indudable una vez vista la película. Dennis interpreta al piloto Frank Towns, quien junto con su compañero AJ, dirigen su avión con destino a una planta extractora de petróleo en Mongolia. Allí recogen a un peculiar grupo de gente formado por trabajadores y empleados, entre los cuales se encuentra una mujer, Kelly, interpretada por Miranda Otto, que recordaréis por la saga de “El señor de los anillos”. Su papel carece de protagonismo, siendo más bien una alternativa femenina dentro de unos personajes masculinos. A ese avión también sube una enigmática y excéntrica persona, Elliot, al cual interpreta Giovanni Ribisi. Elliot es a la vez alguien muy irascible, en momentos puede parecer prepotente o soberbio, pero resulta ser, como incluso él dice, la persona más imprescindible del grupo. Junto a todos ellos, los personajes habituales llenos de estereotipos, que alguna vez dicen una frase recurrente o actúan de una manera inadecuada, pero no es culpa de su actuación, sino de un guión escaso de contenidos, con diálogos monótonos sobre esperanza y optimismo, algo que ya no sorprende a un espectador ya habituado a estas películas.

La película viene marcada desde el principio por un espectacular accidente de avión, donde vemos una arena excesivamente digitalizada, pero no deja de ser una impresionante escena. Es apreciable su excelente fotografía, en la cual sentimos el calor del desierto del Gobi y nos hace llegar esa sensación de aislamiento que sufren los protagonistas. Poco hay que añadir a la realización técnica de una película en la que todo se reduce a un solo escenario, es decir el avión estrellado y la inmensidad del desierto. “El vuelo del Fénix” es al fin y al cabo una película de bajas pretensiones, ya que su propósito es entretener sin ningún alarde y lo consigue en los cien minutos que dura y gracias a su sencillez y simpleza, resulta fácilmente aceptable para cualquier espectador poco exigente que sólo exija pasar un buen rato disfrutando de la película.

 

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