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Crítica - Star Wars: Episodio I. La amenaza Fantasma

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'Intenta pero no consigue'

18/05/2005 - Por morneo

(3/5)

Concebida en un principio como una serie de seis capítulos, el Episodio I, como su propio nombre indica, es la primera parte de esta nueva trilogía, que a pesar de la diferencia de años con su predecesora, “El Retorno del Jedi”, mantiene un diseño estilístico al igual que las anteriores películas. En esta parte vemos la historia a través de los ojos de los Jedi, pero esencialmente es la historia de la reina Amidala y sus problemas. Amidala es la reina de Naboo, un planeta eterno con cierta arquitectura clásica romana, creando un mundo que no está basado en la tecnología, sino inspirado en la belleza y en una mentalidad distinta a la de las culturas tecnológicas como Coruscant, un planeta el cual es enteramente una ciudad muy avanzada

George Lucas retomaba de nuevo la dirección y el argumento, al igual que pasaba en el Episodio IV, avanza demasiado acelerado, no dando tiempo a asimilar tanta información, ya que una vez más nos sentimos deslumbrados por el entorno visual, esta vez exageradamente digitalizado, siendo además un montaje que nos cuenta la historia visualmente en lugar de hacerlo a través del diálogo. El guión resultante, demasiado politizado en muchos momentos, es espeso y choca con la sencillez argumental de las anteriores películas.Se crean mundos nuevos, como la ciudad subacuática donde habitan los Gungan, donde habita una sociedad primitiva pero algo más avanzada, que también tiene que enfrentarse a otra más poderosa tecnológicamente. Se usa además como recurso temático la unión de culturas que se juntan para luchar contra un enemigo común, siendo en un principio reacios a relacionarse, ya que sus sociedades son muy cerradas.

Lucas introduce en esta nueva trilogía algunas cosas que sólo se dan a entender en los Episodios IV; V, y VI, como el Consejo Jedi y su funcionamiento, como operan realmente, además del lugar donde se hospedan. Se explica un poco más lo que es la Fuerza, como funciona, llevando la idea de la Fuerza no sólo a un plano espiritual sino también biológico, siendo algo genético y habiendo personas más susceptibles a la Fuerza que otras. Como viene siendo habitual en esta saga, se presentan personajes nuevos como Jar Jar Bink, un ser digital de extraño acento y comportamiento patoso que llega a ser irritante en muchos momentos, sobreactuando continuamente. Vemos además la procedencia de R2D2 y C3PO y la de un personaje siniestro, Darth Maul. Uno de los elementos clave es la presentación de Anakin, al que vemos como una persona seria, honesta y muy buena, lo opuesto de Darth Vader. Anakin se desarrolla como un personaje muy positivo. Su procedencia es como algo celestial y milagrosa, concebido como si fuera una especie de Mesías galáctico. La relación entre Anakin y su madre es crucial para lo que ocurre a lo largo de la película. Se establece al igual que en el Episodio IV un conflicto, lo mismo que padeció Luke, teniendo Anakin que decidirse entre quedarse con su madre o aprender a ser un Caballero Jedi, pero en esta ocasión Anakin tiene la libertad de elegir irse. Se va estableciendo la relación entre Anakin y Obi Wan, además de la del propio Anakin con la reina Amidala, siendo estas relaciones decisivas e hilo conductor de las sucesivas entregas. Otra relación, que se va tornando más funesta, es la que se va insinuando casi al final entre Anakin y Palpatine, un senador que va ascendiendo poco a poco, obteniendo más poder, aunque en un principio es un elemento secundario. Su primer paso es convertirse en canciller e ir avanzando. La película entera no es más que un montón de diálogos de tono muy político, lleno de intrigas para permitir que Palpatine ascienda a lo más alto de la galaxia.

Técnicamente, la película es muy notable, pero hay un exceso extremo de digitalización en cada escena, que de otra manera resulta imprescindible para enmarcar la historia. La secuencia más destacada es sin duda la carrera de las vainas, que enseguida asociamos a la carrera de cuadrigas de “Ben-Hur”, y las escenas finales se crean con un ritmo que no decae, trasladándonos de un sitio a otro sin perder intensidad. A todo esto hay que añadir la nueva partitura musical de John Williams, que mantiene algunos temas centrales y añade ciertos tonos corales muy intensos en escenas de especial significado. En definitiva, George Lucas intenta pero no consigue alcanzar el grado de esplendor que contenían las anteriores películas, además el guión no ayuda mucho y Lucas recurre a ideas ya usadas, que visualmente funcionan, pero que a modo de historia resulta de una coherencia enrevesada llena de unos matices políticos y a veces infantiles que no logran convencer del todo. Posteriormente llegó el Episodio II, “El Ataque de los Clones”…

 

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