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Crítica - Hormigas en la Boca

Poster

'No aporta nada'

28/04/2005 - Por Irulan

(2/5)

Dirección: Mariano Barroso
Producción: Eduardo Campoy / Gerardo Herrero
Guión: Tom Abrams / Mariano Barroso / Miguel Barroso (Novela) / Alejandro Hernández
Intérpretes: Eduard Fernández (Martín), Ariadna Gil (Julia), José Luis Gómez (Dalmau), Jorge Perugorría (Freddy)



Estreno en España: 29/Abr/2005



Sinopsis



El largometraje está basado en la novela "Amanecer con hormigas en la boca" de Miguel Barroso, actual Secretario de Estado de Comunicación, que obtuvo el aplauso de la crítica "por recuperar la novela policíaca aliñada con la ironía y el lirismo propios del carácter latino" y fue calificada como "un descubrimiento francamente sabroso". La factura final de gran producción de cine negro de Hormigas en la Boca nos traslada al ambiente de gángsteres y glamour de los años 50, cuando La Habana -como pasó una década antes con la cinematográfica Casablanca- es una ciudad donde oportunistas, cazarrecompensas y femmes fatales encuentran el ambiente oportuno para conseguir su parte del pastel, mientras el régimen establecido se tambalea.

Crítica



Mariano Barroso es uno de tantos directores de mediana edad que intentan renovar el panorama del cine español, huyendo de la comedia absurda (y sin gracia), del terror adolescente o de la firma de los consagrados Garci, Almodóvar y Amenábar. De formación estadounidense, en esta su octava película (si contamos como film su participación en el largometraje “Hay Motivo”) se atreve con uno de los géneros estrella de esta cinematografía: el thriller de tinte negro. Y para ello utiliza como base de su trabajo una obra literaria firmada por su hermano: “Amanecer con hormigas en la boca”, de Miguel Barroso, actual Secretario de Estado de Comunicación. Tanto la novela como la película se sitúan en La Habana (Cuba) de los años ’50, prerrevolucionaria y llena de corrupción, una ciudad que vive su propio canto del cisne.

Martín (Eduard Fernández) es un republicano marxista español que acaba de salir de la cárcel y viaja a este país en busca de respuestas. Respuestas acerca de su pasado, su presente y por qué no, su futuro. Hace diez años él y sus amigos fueron arrestados, todos menos Julia (Ariadna Gil), su novia, que escapó con una enorme cantidad de dinero hacia donde vivía su tío. Un dinero que tenía que haber sido usado para salvar a republicanos. Así, la película se centra en este personaje, perdido en una ciudad que le atrapa entre sus redes. Un hombre que aparentemente busca venganza, y que se encuentra con un déspota (Freddy Navarro, interpretado por Jorge Perugorría) y una situación que le arrolla. Un hombre despechado que busca a la que fue el amor de su vida y se encuentra que durante su encierro las cosas, la vida, han cambiado.




Así estamos ante un film que tiene un claro protagonista, a través de cuyos ojos vemos filtrado el mundo. Tarea harto complicada ya que es un hombre lleno de dudas, que no sabe lo que quiere y que, en mi opinión, está interpretado con una cierta frialdad que le es impropia a alguien con unos ideales tan altos como los suyos, a los que normalmente asociamos actitudes más pasionales. Sólo le conocemos (a él y a los demás personajes) a través de sus acciones, cosa que en más de una ocasión resulta desconcertante, puesto que esta manera de construcción de caracteres a pinceladas tan amplias los llena de vacíos, de lagunas, que hacen que muchas veces no sepamos qué les motiva, por qué se comportan como lo hacen, y que momentáneamente nos perdamos en la acción. Que sintamos que a esta película le falta algo, aunque no sepamos qué.

Porque lo cierto es que además, por encima de las interpretaciones, el auténtico protagonista de la película es el cuidadísimo diseño de producción. Por primera vez se rueda un film de estas características en la misma Cuba (con todo lo que conlleva), y nos encontramos con grandes imágenes creadas por algunos de los más prestigiosos profesionales de nuestro país: desde la hermosísima fotografía de Javier Aguirresarrobe (“Mar Adentro”) hasta el maravilloso vestuario de Sonia Grande (“La Niña de tus Ojos”), el maquillaje de Manolo García (“Mar Adentro”) o la música de Xavier Capellas (habitual colaborador de Amenábar). Imágenes que sentimos tienen y sostienen toda la fuerza del film y cuya ausencia, tememos, nos dejaría ver que estamos ante un largometraje de esos que cumplen patrones, que respetan reglas y que no aportan nada.

RUEDA DE PRENSA



A la rueda de prensa de la película acudieron el director, Mariano Barroso, sus tres protagonistas (Ariadna Gil, Eduard Fernández y Jorge Perugorría) y los dos productores, que nos explicaron cómo esta es su primera incursión en este terreno.




Si alguien defendió su trabajo a capa y espada este fue Barroso, que acaparó el micrófono la mayor parte del tiempo. Me resultó curioso el hecho de que se reiterase tantas veces (tanto por parte de él como de los actores) que el hecho de rodar en Cuba (rodaje que contó con la colaboración del I.C.A.I.) como lo habían hecho era algo que sucedía por primera vez en el cine, y que los EE. UU. todavía no habían conseguido hacerlo (como si aquello fuera un grandísimo logro en nuestra lucha contra ¿Bush?). Personalmente, no entiendo por qué el cine español se queja tanto de que se le compare con el estadounidense si es “él” mismo el que primero lo hace y el que, además, trabaja con sus patrones y sus maneras tantas veces. Porque esta película es tremendamente “americana”. Y el equipo es plenamente consciente de ello. Barroso hablaba de cómo había entrado en el juego de las películas de cine negro respetando sus reglas, y Ariadna Gil explicaba que había intentado no mirar demasiado a las grandes femme fatales de esta cinematografía para construir su personaje, por mucho que la presencia de todas estas mujeres planeara sobre ella.

Pero centrémonos en los parlamentos de los allí presentes: Barroso comenzó a hablar explicando que rodar en Cuba era una posibilidad que se quiso agotar, que se quería mostrar la ciudad (La Habana) en su momento de apogeo más absoluto, y que aquello había supuesto en su opinión el mayor esfuerzo del cine español para la recreación de ese mundo (que debía dar credibilidad a la película). Habló de cómo para él la película hablaba de la renuncia como método de aprendizaje, que todos los personajes (fueran como fuesen) renuncian a algo porque buscan algo mejor porque todos, a su manera, son unos idealistas.

Habló también del género de la misma. Había oído muchas definiciones, pero la que más le gustaba era “melodrama negro”, porque para él la película era algo más que un film noir habitual, se adentraba en terrenos que a veces no le eran propios, como la aparición de los niños (que normalmente son omitidos en este tipo de películas). No había habido una intención clara de hacer un thriller, pero la historia era así y así no había otra manera de contarla.

En cuanto a la novela original, Barroso comentó cómo fue el adaptar el trabajo de un hermano. Por un lado dijo que daba cierta seguridad trabajar con la obra de alguien querido pero que, a la vez, suponía una mayor responsabilidad. Sin embargo, también aclaró que la adaptación había sido muy libre y que se habían hecho muchos cambios (algunos de ellos bastante importantes, como la incursión del personaje de Julia, que en la novela es un hombre). Aun así, afirmó que a su hermano le había gustado el resultado final.

Finalmente Barroso habló del reparto: sobre Ariadna Gil dijo que tenía una mirada que consideraba perfecta para el personaje, con un algo etéreo o inquietante que ayudaba a llenar de misterio a Julia, pues como dijo la misma actriz es alguien que habla poco y que miente mucho. Para Eduard Fernández (que apenas habó durante el evento) no tuvo más que elogios. Él lo considera como un cómplice más que como un actor, y afirma que es co-autor de todo lo mejor de la película. Para terminar, sobre Jorge Perugorría habló de cómo le había puesto nervioso el ofrecimiento de un papel así, tan opuesto a él y que a su vez tanto le tocaba. Siendo “el” actor cubano del film sobre Jorge cayeron muchas preguntas. Él afirmó que era hermoso ver La Habana reflejada de manera tan bella, y que se sentía orgulloso de ello sin olvidar que mientras la ciudad vivía ese esplendor había muchos otros lugares de Cuba en situaciones paupérrimas.

El tema de la política estuvo presente durante casi toda la rueda de prensa de manera casi no latente. Ante preguntas más o menos indirectas ninguno de los allí presentes quiso hacer afirmaciones demasiado tajantes. Barroso dijo que la situación actual de aquel país le parecía muy compleja, y que cuanto más tiempo pasaba allí menos entendía. De todas formas el director aclaró que su film no tiene ninguna intención política.

 

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