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Crítica - Código 46

Poster

'Sútil obra maestra'

20/04/2005 - Por Irulan

(5/5)

Código 46
Director: Michael Winterbottom
Intérpretes: Tim Robbins (William Geld) / Samantha Morton (Maria Gonzales) / Om Puri (Bahkland) / Jeanne Balibar (Sylvie) / Emil Marwa (Mohan) / Nina Fog (Wole) / Bruno Lastra (Bikku) / Nina Sosanya (Anya) / Christopher Simpson (Paul) / Togo Igawa (Conductor) / Nabil Elouahabi (Proveedor) / Benedict Wong (Médico) / Archie Panjabi (Trabajadora)
Duración: 92 minutos
Sinopsis: En un futuro, las ciudades están controladas por barreras casi imposibles de traspasar, tan solo se puede viajar de unas a otras a través de aduanas y con el correspondiente permiso. Fuera de las ciudades se expande un temible desierto donde [...]
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Estreno 22 de Abril 2005

Nota actual IMDB: 6,40 (1.913 votos)

Crítica



Michael Winterbottom es un cineasta peculiar, y como tal deben de ser tomadas sus películas. Siendo una de las figuras más prolíficas de nuestro tiempo, durante sus diez años de carrera ha realizado doce films, todos ellos diferentes entre sí, demostrando que no sólo es hiperactivo sino también versátil. Desde sus inicios más “brit” (“Jude”, “With Or Without You”, “I Want You”), pasando por quizá la más hermosa y visual obra del realismo social (“Wonderland”), el Western crepuscular (“El Perdón”), el musical histriónico (“24 Hour Party People”), el “falso” documental (“En Este Mundo”) e incluso sus escarceos con la pornografía (“9 Songs”), hasta este nuevo film que llega a nuestras pantallas, tarde como siempre (ya que está fechado en 2003).

En “Código 46” Winterbottom se atreve con la ciencia-ficción. Pero claro, una ciencia-ficción a lo Winterbottom, lo que automáticamente diferencia a esta película de cualquier film de este género que podamos ver en nuestras pantallas. Porque aquí los efectos especiales no importan, no están. El futuro del que nos habla el cineasta británico no necesita de efectos especiales. En el futuro de Winterbottom no todo es negro, no siempre es de noche. La película así está rodada en localizaciones (tanto interiores como exteriores) reales, aunque a través de los ojos de Winterbottom (y de sus brillantes directores de fotografía, Alwin H. Kuchler y Marcel Zyskind, ambos colaboradores habituales del cineasta) esos espacios se convierten en lugares extraños y fríos para nosotros. Luminosos, pero fríos.

Porque si de algo habla este film, es de la frialdad. Winterbottom nos propone un futuro cercano al de novelas como “1984” (George Orwell) o “Un Mundo Feliz” (A. Huxley), y sobre todo al que vimos en “Gattaca” (Andrew Niccol, 1997). Un futuro civilizado y regido por una serie de normas, de códigos. Un futuro donde gracias al desarrollo de la tecnología sabemos qué podemos y no podemos hacer, aunque tanto conocimiento nos frustre. Un futuro donde a pesar de existir unas fronteras infranqueables los idiomas se mezclan.

Y en este futuro Winterbottom no hace una película de grandes héroes que a través de enfrentamientos titánicos y sacrificio salvan el mundo y lo convierten en algo mejor. Porque eso no es posible. Él nos cuenta una pequeña historia, simple y humilde, una de tantas que conforman ese universo, ese mundo lleno de personas normales, que hace que esta ciencia-ficción, la suya, sea más humana, más próxima a nosotros, y por lo tanto nos toque más. Durante los 92 minutos de proyección vemos así cómo cambia la vida de William (Tim Robbins), un anodino y modélico agente de seguros que por motivos de trabajo debe viajar debido a una supuesta infracción en las normas. En su viaje conoce casi por accidente a la no tan modélica María (Samantha Morton), quien le muestra su visión del mundo, totalmente diferente a la de él, llena de luz y de vida; y por la que él no puede evitar sentirse atraído. Así, el futuro es una excusa para hablar de estas dos personas, de cómo se relacionan, de cómo se complementan y a su manera se salvan de sus mundos, donde se sienten tan atrapados. Y todo esto, en el fondo, no nos es tan extraño, tan lejano.

“Código 46” se convierte así en una película no sólo visualmente hermosa, con un guión profundo, lleno de niveles de lectura y de coherencia interna, llena de sentimientos sin ser apabullante, sólo sutil, llena de detalles que la enriquecen en cada momento, con espléndidas actuaciones de sus protagonistas, una brillante fotografía y una gran banda sonora (esta vez a cargo de la muy interesante The Free Association, en lugar del habitual colaborador del cineasta: Michael Nyman); todos estos aspectos de gran peso en la obra del cineasta. “Código 46” se convierte en una película que nos plantea una necesaria reflexión sobre nuestra relación con el mundo y con aquellos que nos rodean, que no nos permite olvidarnos de ella una vez las luces de la sala de cine se encienden. Y sólo por eso casi habría que darle las gracias a Winterbottom, un cineasta que desgraciadamente no cuenta con todo el reconocimiento que debería.

 

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5.8

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