“Puente al tedio y el sopor”

Hace tiempo oí hablar de esta coproducción española protagonizada por actores de renombre y situada en un acontecimiento que sucedió en el Perú colonizado por los españoles allá por el siglo XVIII. Realmente era expectante ver la participación en esta película de Robert De Niro, Harvey Keitel, F. Murray Abraham o Kathy Bates, pero después de ver la película lo único que me viene a la cabeza es aburrimiento. No es que el tema o lo que intenta contar no me interesase, incluso me gustan los buenos dramas ambientados en esas épocas, pero esta realización roza en muchos momentos el tedio y consigue poco interés por mi parte en lo que nos quiere mostrar.

A pesar de los actores mencionados, no os dejéis engañar por su popularidad, acabaréis decepcionados cuando visionéis esta sucesión argumental enmarañada, que no consigue ningún estímulo en descubrir lo que nos ofrece a lo largo de unos insufribles cien minutos, queriendo que se acabe ya pasada media hora. La mejor definición de “El puente de San Luis Rey” es desaprovechamiento de los actores, ya que están rodeados de un argumento demasiado refinado, muy aristocrático, que no encaja en los gustos de la mayoría del espectador medio. Además de su lenguaje casi prosaico, ninguno de los personajes está definido claramente, no consigues en ningún momento identificar a ninguno de ellos y tampoco puedes desencriptar lo que dicen, ya que es un diálogo demasiado elitista y difícil de asimilar, todo eso unido a una trama sin sentido, donde el puente del título y su accidente sólo juegan un papel secundario en desarrollar un historia demasiado embrollada y trillada, además de un ambientación, que aunque conseguida, recuerda a un telefilm, ya que la fotografía no consigue destacar ningún detalle. Hemos de ser justos con su vestuario, simplemente deslumbrante y muy detallado, de los más bonitos que he visto, aparte de un banda sonora aceptable, sonando a veces ciertos acordes andinos, muy apropiados con el lugar donde se ambienta la película.

Como he dicho, los actores de renombre siempre son un reclamo para llamar nuestra atención, pero ninguno está a la altura. De todo es conocido Robert De Niro, pero hace una interpretación de un arzobispo usando las mismas expresiones que ha usado siempre, siendo solamente un aliciente efectista de cara a verlo actuar. Junto a él, Kathy Bates interpretando a una marquesa, pero que no consigue en ningún momento hacernos sentir parte o interesarnos lo que cuenta. El narrador principal es Gabriel Byrne, un actor relegado a papeles secundarios, quien en esta película mantiene siempre la misma expresión, no mueve un músculo. Nos encontramos además a Harvey Keitel, algo más expresivo pero insuficiente, al igual que F. Murray Abraham.

No se con que expectativas iba realmente esta película, ya que fracasa en casi todos sus conceptos, ofreciendo una película más cercana a una telenovela llena de exquisiteces lingüísticas, muy loables, pero insoportables para el espectador poco acostumbrado a encontrarse esta refinura. No se si el diálogo utilizado en esta película es fiel al libro, pero creo que debería haber agilizado y haber hecho más amenas las conversaciones, definiendo mejor a cada uno de los personajes. En fin, una decepción, una travesía por un puente que se derrumba hacia un río lleno de aburrimiento.