Al pensar en las películas de Sam Peckinpah siempre piensas en violencia, pero de un tipo especial, no algo gratuito que esté por encima de un argumento de bajo contenido que actúe de segundo plano, sino que es un personaje más de cada película suya. No, no pienso que Peckinpah es un director que utiliza la violencia como recurso, sabe estilizarla y utilizarla de manera excelente, como hizo en “Grupo Salvaje”, “La Cruz de Hierro” o en al que voy a comentar, “Perros de Paja”.
Esta realización de Peckinpah es una de las definiciones que lo convierten en uno de los directores más destacados de los años 70. Con un argumento de marcada ambigüedad de los personajes, la historia gira alrededor de una pareja que se traslada a un extraño y rural pueblo inglés, para buscar algo de tranquilidad, pero chocan de frente con el carácter retrógrado de los habitantes del lugar y al final todo desencadena en un brutal enfrentamiento.

Dustin Hoffman es uno de los protagonistas y después de recibir excelentes críticas por “El graduado” o “Cowboy de Medianoche”, aborda un personaje que, finalmente, resulta algo atípico con su aspecto físico. Tal vez Peckinpah quiera esconder detrás de la aparente fragilidad a un hombre decidido, con las ideas muy claras. A su lado, Susan George, en seguramente el único papel importante de su carrera. Su dualidad personal ante cualquier situación resulta a veces desesperante, no sabes como va a reaccionar en cada momento o que tipo de actitud va a tomar en cada momento, es un elemento más que Hoffman debe dominar y manejar.

El guión desarrolla con sencillez a los personajes secundarios, les da ese aire de agresividad que puede explotar en cualquier momento y siempre tenemos la sensación de que no son personas agradables. No hace falta retorcerlos mucho para adivinar lo que más adelante van a provocar. Otro de los aspectos más destacables es la violencia mesurada, equilibrada, justo en el momento adecuado, con una media hora final desbordante y angustiosa, pero siempre con un marcado estilo Peckinpah, como esa por mí definida, “violencia ralentizada”, que da mayor dimensión a cada tipo de acto agresivo y una brillante, reluciente sangre roja.

Peckinpah sabe llevar cada escena a lo que él quiere, realiza un montaje a adecuado en ciertas escenas, nos avisa de lo que va a pasar y nos intriga, queriendo siempre adentrarnos más y más en la película, llegando a esa media hora final que era previsible pero que consigue sorprendernos.

No es una película convencional, es una película dentro de la transición a un nuevo tipo de cine que se desarrolló en los años 70, con una estética similar a producciones que se hicieron posteriormente.

“Perros de Paja” no es una obra maestra, pero no por eso deja de ser recomendable para saber apreciar el estilo Peckinphah.