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Crítica - El Odio

Poster

'Va subiendo y subiendo como una montaña rusa'

15/01/2005 - Por Sycamore

(4/5)

La ligera caída que ha sufrido Mathieu Kassovitz en sus películas como director (recordemos que también es actor) se puede corroborar comparando su primera gran película y la última rodada: Gothika vs. El Odio. No hay color evidentemente, igual que no hay color en la fotografía B/N y documentalista en la que está rodada esta pequeña disección de los bajos fondos que supone El Odio. El análisis sincero y realista de los resentimientos humanos en una microsociedad que cae en picado, sin frenos y sin alas, sin posibilidad de redención. Sólo queda esperar que Mathieu Kassovitz, que sabe rodar con maestría las miserias humanas, recapacite y se deje de aventuras hollywoodienses para volver a hacer buen cine; probablemente menor y más modesto, pero con contenido.

El Odio transcurre en un solo día, durante el cual acompañamos a tres amigos pertenecientes a un barrio marginal de la periferia de París, donde no todo es tan bonito como la París de postal que solemos ver en otras películas. Aquí todo es suciedad, destrucción, marginalidad y escasas posibilidades de futuro. Los tres amigos son un judío, un negro y un árabe. Los tres están atrapados pero aunque a la hora de la acción los tres supuran los mismos demonios internos en forma de odio, también son distintos en su percepción del mundo y sus motivaciones para actuar como lo hacen. Vinz es una persona agresiva y violenta a la que en sus momentos relajados descubrimos como un poco corto mentalmente, pero sobre todo cegado por su odio a todo: la sociedad, la policía, los ricos... todo. No tiene esperanzas realistas en el futuro por lo que simplemente se plantea el mismo como una lucha constante que haga cambiar de sentido la pirámide de riqueza. Said es un inocente chico árabe que se las da de duro para estar a la altura de Vinz, pero que no es más que un pobre chico rodeado de odio. Por último Hubert representa el personaje que quiere cambiar de aires, el más juicioso de los tres con diferencia: él sí tiene sus sueños y sus esperanzas pero también es consciente de que vive atrapado en una tela de araña. Esta tela está tejida alrededor de todo el barrio de los tres y oprime hasta llegar al aburrimiento y de ahí al desquiciamiento.

El Odio nos habla, como indica su título, del odio como forma de vida. Por un lado nos plantea las profundas diferencias que existen dentro de la población sin entrar en sus causas (en este sentido una película más actual y en otro ambiente del estilo puede ser Ciudad de Dios), y a partir de ahí nos cuenta las distintas formas de reacción a esa situación adversa en la que se encuentran los protagonistas. En un momento dado un personaje recuerda una metáfora para indicarnos que los tres amigos han perdido el tren de la sociedad y el progreso, que ya no existen esperanzas. Vinz lo sabe, y Vinz odia en cada escena, en cada mirada, en una tensa y desagradable interpretación de un magnífico Vincent Cassel, que repetiría años después niveles de odio en Irreversible. Sin embargo, a pesar del odio que Vinz supura, la escena más dura de toda la película es cuando el director no da tregua a nadie y se ensaña con la otra parte del juego: la policía. En esta escena llegamos a la conclusión que Hubert usa al comienzo de la película: odio genera odio. Ésta no es la solución a los males de Vinz ni de ningún habitante del barrio, pero simplemente es la conclusión irracional a la que les mueven sus sentimientos de frustración. Para psicólogos y antropólogos vaya.

Kassovitz centra su atención en las reflexiones y resta a la película de artificios, reduciéndola casi a un mero documental en el que vemos la vida de estos tres chicos para que nosotros interpretemos lo que ocurre. La dirección es suave y calmada, no acelerada ni maníquea. El guión resulta un poco pobre por momentos pues llega un momento en que las situaciones casi se repiten y no añaden prácticamente nada a la teoría con la que parte la película; un poco más de imaginación en las correrías de los tres durante la noche, escenas por ejemplo como la de la metáfora del tren, hubieran hecho más brillante la película. El film va subiendo y subiendo como una montaña rusa hasta llegar al impactante final, una escena siempre recordada por los espectadores del film y que ha marcado a mucha gente.

8/10

 

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