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Crítica - La Parada de los monstruos

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'Leyenda visual de un Hollywood que daba sus primeros pasos en el sonoro'

13/01/2005 - Por Sycamore

(4/5)

Existen clásicos que han pasado a la historia más por lo que ha rodeado a la película que por la calidad cinematográfica o la repercusión en influencias posteriores que tuvo. El caso de Freaks, La parada de los monstruos, es un claro ejemplo de ello. Rodada en principio para pertenecer al género de terror, lo cierto es que hoy en día el film de Tod Browning no pasa de ser un catálogo de anécdotas relativas a todo lo que rodeó a una película que, entre otras cosas, aún está prohibida en países como Suecia. ¿Es para tanto? Está claro que no, pero el hecho de rodar con auténticos freaks supuso un motivo de rechazo por parte de medio Hollywood y de la sociedad censora de la época. Hoy en día Freaks no es lo mismo, pero tiene grandes virtudes y sigue constituyendo una rareza de la historia del cine, una anécdota en sí misma.

Lo más destacado de Freaks, como ya hemos indicado, es que dado que en la época el tema de los efectos especiales no estaba casi ni empezado, Browning decidió que para rodar una historia sobre monstruos necesitaba un casting un tanto peculiar que contara con todo tipo de extrañas personas, reales: mujer barbuda, enanas, siamesas, gente sin brazos, etc. Todo este elenco de rarezas forman la película y centran el estudio que Browning pretende hacer de una manera breve (una hora de película) y concisa: el estudio de lo grotesco. Está claro que estos seres son absolutamente grotescos y que por su propio aspecto nos producen rechazo, no son algo a lo que la gente esté habituada. Pero, ¿quiere decir esto que no tengan sentimientos humanos igual que cualquier otra persona? Ahí es donde quiere llegar Browning y donde articula toda su película.

Porque lejos de ser una película irrespetuosa con la gente que tiene estas peculiaridades, como se le ha acusado muchas veces, Browning nos abre el interior de estos freaks y nos cuenta que sufren y aman igual que tú o que yo. Basa su historia en la relación de amor-burla entre un enano y una bailarina "normal", en la que el primero siente de verdad y la segunda sólo está con el enano por la burla y luego por su dinero. ¿Quién es el monstruo? Además de ello, Browning nos habla ya desde el comienzo del sentido de camaradería que existe entre los freaks que, desprotegidos de una sociedad que les rechaza, se alían entre ellos para defenderse del cruel mundo que se burla de ellos.

La película tiene escenas históricas en el mundo del cine como el banquete en el que todos los monstruos, alrededor de la bailarina, cantan "eres uno de los nuestros". Es realmente inquietante aún cuando se supone que es una escena de alegría. Browning trata con ternura a sus monstruos particulares y con crudeza a sus antagonistas y nos regala una película profundamente humana que ha sido y será una leyenda visual de un Hollywood que daba sus primeros pasos en el sonoro, allá en 1932.

7/10

 

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