La diferencia entre un telefilme y una película hecha por y para el mundo del cine suele encontrarse en las distintas aspiraciones, posibilidades y capacidades de uno y otro medio. El cine suele centrarse en historias menos sensacionalistas, más interesantes y en las que la miga se extrae más allá de las imágenes que se muestran sino por cómo éstas están rodadas, por el sentido que se les quiere dar. De vez en cuando, sin embargo, saltan a la cartelera películas en las que estas diferencias son más difusas y se encuentran, sobre todo, en las posibilidades que presenta la película, tales como nombres famosos o presupuestos abultados. Monster es uno de estos casos: una noticia sensacionalista, sin más, rodada de manera telefilmera para el exclusivo lucimiento de una de las figuras detrás del proyecto, en este caso Charlize Theron.

La historia en sí no es en absoluto interesante: una prostituta con un pasado oscuro, a punto de suicidarse, obtiene un nuevo objetivo por el que luchar y, cuando las circunstancias le devuelven a la cruda realidad, se fuerza la situación hasta llegar a la noticia en El Caso y el noticiario sensacionalista: asesinatos sin móvil aparente, investigación policial, detenido sorprendente, historia escabrosa. No hay más donde hurgar, y el director Patty Jenkins tampoco se esfuerza en ello. Se arranca a esbozar un personaje sin demasiado éxito ni gracia y se empantana hasta lograr con aquello que todos sospechábamos: un telefilme salvo por la presencia de un par de caras conocidas. Si las dos actrices principales fueran desconocidas y el presupuesto inferior, la construcción y resolución de la película servirían perfectamente para la reparadora siesta del domingo por la tarde. Tal y como pasó en su día con Erin Brockovich, por poner un ejemplo cercano y muy paralelo, Oscar incluido.

Así pues nos queda Charlize Theron y su Oscar, el tiempo dirá si merecido o no. Su mayor logro es su transformación física y su cambio de rumbo de papeles de niña guapa. Poco para un Oscar donde se premia no sólo el mejor cambio de trayectoria actoral sino la mejor actuación, que dista mucho de ser lo mismo. Theron actúa forzadamente y un poco pasada de rosca en la mayoría de las escenas. Sus gestos son excesivos y su personaje no logra captar al espectador en su tragedia, no logra que sintamos ni lástima, ni odio, ni entendimiento hacia él. Gesticula, cambia el acento y nos choca verla así, pero nada más. Christina Ricci, en un papel bastante más discreto, está absolutamente desconocida en un personaje sin ninguna fuerza y que no resulta creíble ni en la primera escena.

Como película para lo que es concebido un telefilme está bien: entretenida, con moraleja barata y truculenta. Como cine auténtico, como cine arte, nada de nada. Para comparar, una película que lleva un título muy parecido como Monster´s ball y que tiene un argumento también muy mundano sí que logra desgarrar al espectador. Ahí está la diferencia entre rodar mediocremente o con autenticidad.

5/10