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Crítica - Embriagado de Amor

Poster

'Se empantana en el surrealismo'

30/11/2004 - Por Sycamore

(3/5)

Tras dos relativos éxitos de público y crítica, uno de los autores más prometedores del cine américano, P.T. Anderson, se inclinó por el surrealismo mezclado con comedia y romance para su siguiente película. Quizás demasiada mezcla. El surrealismo es un arte muy complicado al que cuesta darle un sentido y un hilo conductor fuerte, y en este caso Anderson, que maneja la cámara como pocos, se pierde en exceso en tramas paralelas y personajes fuera de lo común. Lo que sí funciona, y mucho, es la historia de amor entre los protagonistas que da título a la película.

La historia se centra en el personaje de Adam Sandler: un tipo mediocre, ingenuo, alejado de la sociedad y muy peculiar, rozando el autismo o algún problema psiquiátrico. En el juicio del espectador queda pensar si es así porque el mundo y sus hermanas le han hecho así o porque efectivamente tiene algún problema. Eso es lo de menos, lo que cuenta es la historia de amor entre el inadaptado social y la chica maternal que está dispuesta a cuidarle, a entenderle y darle una vida nueva. Eso es lo bonito del film y lo que merece la pena: las escenas entre ellos, como Anderson pone la cámara justo donde debería estar (la escena del cartel es preciosa) con tacto, con cariño, con complicidad. ¿El resto? Puro relleno surrealista que no funciona y ocupa la mayor parte del metraje, por cierto reducido de las tres horas de Magnolia a una modesta y más digerible hora y media.

Paralelamente a la historia de amor coexisten dos historias a cual más surrealista: el error de marketing que permite a Sandler viajar a su gusto (basada en un hecho real, por cierto) y la historia del teléfono erótico. Ninguna de las dos tiene fuerza, ni gracia, ni complementa en casi modo alguno (salvo el de complicar la situación) a la historia principal. Es metraje perdido y malgastado que, viendo lo bien que rueda Anderson, lo bien que coloca la cámara y usa su banda sonora, dan ganas de gritarle que use ese talento de otra manera; por ejemplo con la historia del piano, que sí funciona en el contexto surrealista y tiene un simbolismo profundo.

En cuanto a Adam Sandler se ha dicho que ésta es una actuación maravillosa por su parte, que jamás tendrá un papel igual, que se aleja de sus anteriores papeles o que nadie más podía hacer este papel. Probablemente sólo el último punto sea el verdaderamente correcto: esta película hubiera sido difícil hacer con otro actor, lo que no quita para que Sandler sea el mismo cómico con la misma cara y las mismas ganas de darle un bofetón, aparte de no tener ninguna gracia. Emily Watson responde bien en su corto pero intenso papel, suyas son las mejores escenas junto a Sandler.

En resumen un giro en la carrera de Anderson argumentalmente hablando, empantanándose en el complicado mundo del surrealismo. Visual y artísticamente Anderson sigue dejando su impronta: es un maestro colocando la cámara, jugando con los colores y los escenarios y entrelazando su banda sonora. Lástima que esta vez sólo una parte del guión y de las actuaciones acompañen.

6/10

 

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