No son pocas las similitudes que se pueden encontrar entre la novela “Diez negritos” de Agatha Christie y ésta película. En la novela de la reina del suspense, diez desconocidos eran invitados a pasar un fin de semana en la mansión de un rico hombre de negocios situada en medio de una isla semidesierta. Una vez allí una voz acusadora los incriminaba a cada uno de ellos con un pecado cometido por estos a lo largo de sus vidas. A lo largo del fin de semana se producían numerosos asesinatos, lo que hacía sospechar a los supervivientes tanto de unos como de otros. ¿Qué es lo que cambía con respecto a la película que nos ocupa? Pues que en “Cazadores de mentes” los protagonistas no son desconocidos, si no agentes del FBI que buscan ser criminalistas. Éstos serán sometidos a un duro examen por un excéntrico profesor (Val Kilmer) que consistirá en resolver una serie de simulacros de asesinatos preparados por él mismo en una isla desierta. El problema radica en que una vez allí los asesinatos pasarán a ser mas reales de lo previsto, siendo los propios agentes las victimas. ¿Cuál de ellos será el asesino?

La idea de la película en un principio parece interesante, pero una vez terminado su visionado no podemos tildarla más que de correcta ya que da la impresión de que todo el equipo de la película no hace nada más que lo justamente necesario. Ni el director imprime un toque personal a la película, ni los actores se lucen en sus papeles; aunque en su defensa diré que son papeles que no permiten ni mucho menos un lucimiento personal. Son éstos últimos bastantes planos, consiguiendo que ninguno nos transmita el carisma necesario como para sufrir ante su más que posible próxima muerte. Eso si, me permito nombrar a LL Coll J, ya que es un actor que no me produce mucha admiración (no soy partidario de esa corriente de raperos-actores al estilo Ice Cube debido a su poco talento para lo segundo principalmente) pero aún así consigue ser (sorprendentemente) el único que destaca por encima de los demás (tal vez debido a los flojitos y cortos papeles tanto de Val Kilmer como de Christian Slater). Es por lo tanto ésta una película entretenida, frenética (acentuado éste punto gracias al control temporal llevado acabo por el asesino) y nada aburrida; aconsejable para ver con unas buenas palomitas y en buena compañía. Eso si no la pidamos mucho mas, ya que nadie nos otorgará mas de lo minimamente exigido. (6.5 / 10)