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Crítica - El Palacio Ideal

Poster

'Piedra a piedra'

07/11/2020 - Por Sergio Roma

(3/5)

El Palacio Ideal
Director: Nils Tavernier
Intérpretes: Jacques Gamblin (Joseph-Ferdinand Cheval) / Laetitia Casta (Philomène Cheval) / Florence Thomassin (Félicienne) / Bernard Le Coq (Auguste) / Natacha Lindinger (Garance) / Zelie Rixhon (Alice Cheval) / Eric Savin (Joseph Cadier) / Louka Petit Taborelli (Cyrille Cheval) / Aurélien Wiik (Benjamin Lecoeur) / Julien Personnaz (Louis Charvat) / Lilly Rose Debos (Alice a los 12) / Delphine Lacheteau (Maestra de Alice a los 22) / Lise Tavernier (Petite danseuse) / Milo Mazé (Cyrille a los 7) / Barthélémy Baccara Fechner (Camarero)
Duración: 105 minutos
Sinopsis: Francia, finales del siglo XIX. Joseph Ferdinand Cheval es un cartero que viaja todos los días por las aldeas de la región de Drôme. Un día conoce a la mujer de su vida, Philomena y de su unión nace Alice, a [...]
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Estreno 6 de Noviembre de 2020

CRÍTICA



Hijo del magnífico cineasta Bertrand Tavernier (Hoy empieza todo) y de la guionista Colo Tavernier, Nils Tavernier ha llevado una carrera cinematográfica más modesta que su padre.
Comenzó su carrera haciendo cortometrajes y documentales y en su aportación al largometraje tan sólo figuran dos títulos: Con todas nuestras fuerzas y la película que nos ocupa, El Palacio Ideal.

En su debut cinematográfico nos contaba con serenidad y cautela, una historia de superación, la de un niño tetrapléjico que sueña con participar en una dura prueba de triatlón. En esta ocasión nos presenta a otro soñador, el cartero Joseph Ferdinand Cheval, que sueña con construirle un palacio (sin conocimiento alguno sobre construcción y con tan solo piedras) a su princesa, su hija Alice, con la dificultad que ello va a suponer. Ambas historias de superación y también de éxito desde la humildad.

Narrada con cierta lentitud en su inicio, aunque con la capacidad de atraer desde el primer momento, Nils Tavernier explora todos los campos posibles en torno a esta entrañable historia. Y con ello nos presenta un retrato sincero y conmovedor sobre varios temas que irán adquiriendo mayor o menor importancia conforme la historia discurra por uno y otro camino.

En un primer momento la familia es el eje principal de la historia. Lo absorbe y atrae todo en torno a la figura de Joseph y su antigua y nueva familia. La familia de finales de Siglo XIX en un pueblo francés, como símbolo de unión y fraternidad, y como elemento fundamental de una vida tranquila. Tavernier deja que la historia discurra como los riachuelos del propio pueblo, con calma, con tranquilidad y dejando que el personaje de Joseph vaya creciendo y vaya haciéndose con la historia a pesar de los silencios del personaje, y de la aparente poca personalidad inicial. Un personaje que en un momento dado de la película decide construir un palacio para su hija, trasladando el eje inicial familiar que se había generado hacia una historia de superación, de consecución de sueños. Un aspecto en el que Tavernier se siente más cómodo y desarrolla la historia con mayor plenitud dando rienda suelta a todo lo que conlleva.


(Más imágenes en su galería)



En este sentido, tanto la fotografía como la música, que ya habían sido importantes en el primer tramo, se antojan fundamentales, y van a la par de la historia como un todo, formando parte de la narración y mejorando pasajes que de por sí ya se antojaban bellos. La música de Baptiste Colleu y Pierre Colleu no es ostentosa, pero sí lo suficientemente importante e ilustrativa como para lograr un estupendo equilibrio en torno a esta historia. Por su parte Vincent Gallot nos regala bonitas escenas y paisajes. Una fotografía inspirada en los lienzos de Fantin-Latour, en cuanto a los bonitos ocres y gradaciones de gris y negro. Consigue un entorno adecuado tanto en el aspecto formal y puramente artístico como en su faceta íntima en su intención de fundirse con la historia en general, y con el personaje de Joseph en particular. Una música y una fotografía que sin ser el aspecto más destacado de la película consiguen que la misma se mantenga en un tono cálido y apacible y que nos regala momentos realmente bellos.

La construcción del palacio, por parte de Joseph se convierte en el todo. En el regalo para su hija, pero también, por qué no, en su aportación a la humanidad, porque aunque Joseph “no está hecho para este mundo” como le reconoce a su mujer en un momento dado, sí quiere ser recordado y reconocido. La construcción del palacio, a base de piedras, le llevará 33 años y 93.000 horas, pero como no podía ser de otra forma, la vida transcurre a lo largo de esos años y con ella el amor, la tristeza, el abandono, la familia…La vida continúa en paralelo a la construcción de su sueño, no se para, no da tregua, y eso hará más interesante aún la historia. Una historia que cuenta con el atractivo añadido de ser una historia real y con la curiosidad inevitable que deja la película de poder visitar algún día ese maravilloso palacio, curioso ejemplo y aportación a la arquitectura naif francesa, y un palacio lleno de historia personal y de intimidad.

El excelente trabajo del actor Jacques Gamblin, que ya había participado en la anterior película de Nils Tavernier, permite darle toda la vitalidad y profundidad al personaje de Joseph, que de otra forma quizás hubiese quedado más opaca. A través de las miradas, de los registros casi imposibles y de la ternura que aporta en momentos determinados, Jacques Gamblin le otorga a Joseph vida, sueño, realidad y emoción. A su lado Laetitia Casta que junto con el resto de secundarios conforman un reparto bastante encomiable.

Buen trabajo, casi artesanal de Tavernieren su segundo largometraje y una película delicada, sincera, transparente y emotiva con la que adentrarnos en lo maravilloso del ser humano, de la mano de un humilde cartero que un día soñó con ser creador.



@sergio_roma

 

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