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Crítica - Paterson

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'Vida y poesía'

07/12/2016 - Por Sergio Roma

(5/5)

Paterson
Director: Jim Jarmusch
Intérpretes: Adam Driver (Paterson) / Golshifteh Farahani (Laura) / Owen Asztalos (Kid) / Barry Shabaka Henley (Doc) / Rizwan Manji (Donny) / Helen-Jean Arthur (Mujer vieja) / Jared Gilman (Estudiante) / Kara Hayward (La chica estudiante) / Masatoshi Nagase (El poeta japonés) / Kacey Cockett (Mujer de rojo) / Chasten Harmon (Marie) / Frank Harts (Luis) / William Jackson Harper (Everett) / Dominic Liriano (Chico en autobús) / Luis Da Silva Jr. (El del convertible) / Sterling Jerins / Joan Kendall (Mujer vieja) / Johnnie Mae (Mujer de Doc) / Brian McCarthy (Jimmy) / Method Man (Method Man) / Jaden Michael (Pasajero)
Duración: 113 minutos
Sinopsis: Paterson es un conductor de autobús de la ciudad de Paterson, en Nueva Jersey. Su día a día se compone de una estricta y repetitiva rutina: conduce su ruta, aparca y por la noche toma unas cervezas para evadirse. Es un [...]
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Estreno 7 de Diciembre de 2016


En muchas ocasiones las historias más sencillas son las que contienen mayor carga de profundidad, y son paradójicamente las que a veces muestran mundos más complejos o personajes de mayor interés. El director estadounidense
Jim Jarmusch lleva años manejando con maestría este esquema fundamental, acostumbrándonos a un cine de muy elevado nivel, y siempre manteniendo una admirable independencia y un auténtico e identificable sello de autor. Si bien su cine es variado en cuanto a los contextos, así como sus personajes, no resulta en cualquier caso complicado encontrar un nexo en común en todas ellas que bien podemos relacionar inmediatamente con su última película. La característica principal es sin duda ese carácter de perdedor que acompaña a los personajes principales de sus films, ya sea en el ámbito carcelario o en las profundidades de los mundos vampíricos. Pero en todos ellos hay una brizna de esperanza sobrevolando su destino. Se tratará en todo caso, de tomar con acierto ese “misterioso tren” que sólo pasará una vez en sus vidas y que las podría cambiar para siempre.

En esta ocasión el personaje principal se llama Paterson (Adam Driver, en un trabajo excepcional), el mismo nombre que su humilde ciudad natal, la ciudad donde vive junto a su exótica y simpática novia Laura (Golshifteh Farahani). Un sencillo y llano conductor de autobús que cada comienzo y finalización del día aparentan ser similares, en una rutina que gira como un incómodo círculo vicioso, y que tiene en la escritura de sencillos poemas en sus momentos libres, su único momento de trascendencia personal, de altura de miras y sin duda alguna de íntimo placer espiritual. Su relación con Laura y también con el perro que habita con ellos (Marvin) será de suma transcendencia en el devenir de su particular historia personal.

La película comienza con un bello plano cenital de una cama, donde Paterson y Laura duermen, segundos antes de que suene el fatídico despertador que anuncia otro rutinario día de trabajo. La película se presenta en siete días, comenzando cada uno con ese mismo plano (cambiando las posturas de ambos) y en una narración pausada, tranquila y donde aparentemente no nos encontramos con ningún conflicto dramático real y perceptible. Una película intencionadamente liviana, que supone en sí una auténtica celebración y homenaje a la levedad y a lo sencillo. Aun así, y gracias a la maestría de Jamursch, el transcurso de los días van convirtiendo a la película en un hipnótico baile de sensaciones de plácida calma pero de profundo interés. Los planos son sobrios, en una sutil pero bella fotografía de Frederick Elmes la imaginación del director está siempre presente, y el sonido (de suma importancia en el cine de Jamursch) a cargo de Robert Hein logran un clima confortable, y una sensación de autenticidad inmejorable. En medio de una vida cargada de rutina, encontramos en la vida de Paterson dos momentos que suponen un soplo de aire fresco: las pequeñas conversaciones que protagonizan los pasajeros del autobús, a las que Paterson no es ajeno, y la pequeña vida de personajes que habitan cada noche en el bar donde Paterson acaba su jornada tomándose una fría cerveza en un cálido y acogedor ambiente, en los que Paterson no es solamente un mero espectador sino también partícipe de sus historias.

Pocas veces se nos muestran los sentimientos de Paterson, su indescifrable mundo interior, como si una extremada frialdad del alma se hubiese adueñado de su vida, quizás a raíz de algún suceso del pasado que nunca llegaremos a conocer, aunque sí intuir. Lo que sí descubriremos es que existe en él una necesidad de romper con la rutina que le acompaña, de convertirse quizás en héroe de alguna conquista cotidiana y poco trascendente, pero que le sirva para izar una bandera victoriosa en un mundo que apenas deja asomar la cabeza a la gente como él. En este sentido siempre nos quedará duda de saber si Paterson puede aspirar a una vida mejor, más plena o quizás pudiera sucederle algo inesperado que cambie por completo su vida, como así le sucediese por ejemplo a Walter White en Breaking Bad.


(Más imágenes en su galería)



Su relación con Laura se entiende como de contenida felicidad, de trato amable y cariñoso, aunque de aparente poca pasión. Él asume las particularidades de su pareja, el blanco y negro que rodea su vida y su casa, la apoya en sus pequeños sueños artísticos y ella se muestra siempre cariñosa y comprensible con él. Pero, ¿está realmente enamorado Paterson de Laura? Es algo que difícilmente podremos saber con certeza, pero que sin duda adquiere importancia a la hora de valorar los parámetros individuales con los que Paterson cuenta para alcanzar a o no la felicidad, si es que esto supusiese un objetivo en sí mismo en su vida.
Al margen de esto, en los siete días que se nos muestran de la vida de la pareja, hay dos acontecimientos clave, que determinarán la historia y que paradójicamente suponen una rotura de esa mencionada rutina, como si el destino les quisiese advertir de algo. Por un lado, la promesa de Paterson a Laura de copiar (con la intención de publicar) ese mismo fin de semana los poemas que viene escribiendo a lo largo de los años en su pequeña y humilde libreta, y por otro lado la decisión de salir e ir al cine a ver una película en una sala local (pequeño homenaje al cine clásico de terror, o pequeña metáfora si se quiere de la vida de la pareja, con La Isla de las Almas Perdidas (1932) de Erle C. Kenton). Ambas decisiones, a priori sumamente intrascendentes, nos indicarán hasta qué punto un pequeño aleteo de mariposa puede cambiar el rumbo de una vida, o al menos trastocarla en su plano más personal e íntimo.

Un tercer personaje, Marvin, el aburrido perro que vive con ellos, se sumará a este particular triángulo cotidiano, como elemento desequilibrante, al menos para Paterson, como si un simple animal pudiese interponerse en su relación o supusiese la barrera más infranqueable que les impide un acercamiento más íntimo a ambos, sin hacer aparentemente nada fuera de lo común, más allá de lo que le indica su instinto canino. Un auténtico elemento desestabilizador, con inofensiva apariencia.

Aunque la película discurre por caminos sombríos y por momentos de profunda tristeza e incluso tragedia, también nos guarda (y nos regala) momentos muy divertidos protagonizados principalmente por unos buenos personajes secundarios, como son las conversaciones matinales que mantiene Paterson con su jefe antes de comenzar la jornada matinal e interrumpiendo la escritura de sus versos o la historia de “Romeo y Julieta” que protagonizan cada día dos cliente del bar al que acude Paterson cada noche. Momentos que también sirven de equilibrio en la vida de Paterson.

Al márgen de la normalidad aparente, y como hemos dicho la ausencia de conflictos dramáticos de importancia, la película no sólo ejerce su indudable influjo en el acontecer cotidiano de los hechos, con sus pequeñas variaciones e interacciones diarias, sino también en la poderosa atracción de todo un mecanismo de símbolos y de elementos que parecen querer comunicarse e intervenir en la historia. Así, tenemos un buzón, de la casa de Paterson, que por las mañanas siempre está firmemente clavado en el suelo y al llegar del trabajo se encuentra visiblemente inclinado, como esa inclinación en algunos momentos de la vida que cuesta enderezar. O la propia cama, y ese bello plano cenital que nos muestra las diferentes maneras en las que Paterson y Laura se encuentran durmiendo, creándose además la circunstancia de que el primer plano de la película es igual al último, indicando quizás la supervivencia sentimental bajo la lluvia de los infortunios. Del mismo modo, siempre tendremos el agua, el fluir salvaje que emana las grandes cataratas del río Passaic, creando un mundo sensorial enigmático y reflexivo. La pureza del agua frente a la intoxicación de la urbe.

Por último, cabe señalar a la poesía como elemento fundamental de la película y como vaso trasmisor de sentimientos y de inquietudes, así como componente cultural que hace brillar a la película. Un perfecto contrapunto a una vida manchada de rutinas y de órdenes previamente impuestas o reguladas y de trabajos tediosos. Los versos que Paterson escribe (obra del poeta Ron Padgett), y que se muestran de manera bella sobre la pantalla al tiempo que los recita, los que lee en su soledad (del poeta William Carlos Williams, al que admira) o ya de manera más urbana los que surgen de manera espontánea del rapero Method en una lavandería de barrio. Porque lo urbano cobra también importancia en esta obra de Jamursch. Lo urbano y local como elemento de orgullo y de afirmación personal y de amor a unas raíces como parte importante de la vida de una persona y como parte muy importante de la vida de Paterson. Una vida que nunca sabremos, si tras lo sucedido el fin de semana, volverá a ser la misma el siguiente y anodino lunes…

Estamos por tanto, ante la obra cumbre de la filmografía de Jamursch, su película más redonda y que en cierto modo engloba aspectos y síntesis de anteriores personajes que se ven reflejados en la figura del conductor de autobuses. Un canto a la belleza poética del cine y una delicia fílmica en forma de historia cotidiana donde la virtud reside en hacerla grande con moldes caseros y en dejar un poso de trascendencia con personajes inolvidables.





sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

 

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