Reina y Patria
Director: John Boorman
Intérpretes: Callum Turner (Bill Rohan) / Caleb Landry Jones (Percy Hapgood) / Pat Shortt (Redmond) / David Thewlis (Bradley) / Richard E. Grant (Major Cross) / Vanessa Kirby (Dawn Rohan) / Tamsin Egerton (Ophelia) / Aimee-Ffion Edwards (Sophie Adams) / Miriam Rizea (Peggy) / Sinéad Cusack (Grace Rohan) / David Hayman (Clive Rohan) / John Standing (George) / Brian F. O'Byrne (Digby) / David Michael Claydon (Jones) / Julian Wadham (Fielding) / Tom Stuart (Fortesque-Brown)
Duración: 114 minutos
Sinopsis: 1952. Bill Rohan, de 18 años, pasa su vida soñando en la casa de su familia, a orillas del río, a la espera de ser llamado a filas por dos años por el servicio militar obligatorio. Cada mañana, Bill nada en [...]
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Estreno 11 de Septiembre de 2015

CRÍTICA

El cineasta británicoJohn Boorman es todo un veterano en el mundo del cine. En sus comienzos realizó películas destacadas como A Quemarropa, Infierno en el Pacífico, Defensao Excalibur. En los últimos años El Sastre de Panamá o "El general" son las películas que han tenido más o menos repercusión, aunque en líneas generales se puede apreciar una carrera bastante irregular. En 1987 filmaba Esperanza y Gloria en la que es posiblemente su mejor película y casi treinta años después nos encontramos con su secuela Reina y Patria. Aquella primera película contenía ciertos elementos autobiográficos del propio Boorman y estaba centrada en la Segunda Guerra Mundial y en el impacto en la sociedad civil inglesa, especialmente en un niño que apenas entiende lo que ocurre pero crece con el dolor, el sufrimiento y esa incomprensión que poco a poco se va tornando en miedo. En esta continuación, aquel niño siendo ya un distinguido joven, es llamado al ejército, para posteriormente participar en la guerra de Corea. Es por tanto la guerra el eje central en el que giran ambas películas y una generación que aprende a vivir con los conflictos y saca sus propias consecuencias y sus propios modos de vida.


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Si Esperanza y Gloria era una película ágil, en esta ocurre todo lo contrario. Es extremadamente lenta, y en un guión que vuelve a firmar el mismo Boorman no encontramos apenas chispas que nos distraigan de esta lentitud, en una película en la que apenas atinamos a vislumbrar hacia donde se quiere llegar y qué es lo que se quiere expresar.
Dentro de un marcado convencionalismo se entremezclan de manera aleatoria y sin mucho sentido elementos cómicos con situaciones dramáticas en un conjunto poco verosímil. Los personajes, mayoritariamente caricaturizados hasta extremos casi ridículos, apenas transmiten nada, de manera que cuando pretenden ser graciosos yerran en su empeño y cuando pretenden dramatizar quedan completamente planos. Así mismo el romance que subyace en la historia es anodino, de resolución extraña y fácilmente olvidable. En todo caso Callum Turner destaca por su buen trabajo, además de una dirección artística bastante aceptable.

Nos encontramos ante una secuela innecesaria, que no aporta nada y que se acerca más al aburrimiento más lineal, que a la emoción histórica que cualquier espectador que haya visto la primera película espera, y desgraciadamente no va a encontrar en ningún momento.





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