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Crítica - Whiplash

Poster

'El fin, ¿justifica los medios?'

16/01/2015 - Por Evelio Barbero

(4/5)

Whiplash
Director: Damien Chazelle
Intérpretes: Miles Teller (Andrew Neimann) / J.K. Simmons (Terence Fletcher) / Melissa Benoist (Nicole) / Paul Reiser (Jim Neimann) / Austin Stowell (Ryan) / Nate Lang (Carl Tanner) / Chris Mulkey (Tío Frank) / Suanne Spoke (Tía Emma) / Damon Gupton (Mr. Kramer) / April Grace (Rachel Bornholdt) / Charlie Ian (Dustin) / Jayson Blair (Travis) / C.J. Vana (Metz) / Kavita Patil (Sophie) / Kofi Siriboe (Nassau) / Tyler Kimball (Tyler) / Tarik Lowe (Terrence) / Michael D. Cohen (Dunellen)
Duración: 106 minutos
Sinopsis: Un joven batería lucha por hacerse un hueco en el mundo de la música jazz. Para ello, tendrá que superar las pruebas que le pone un implacable instructor, que le lleva hasta su límite y más allá. [...]
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Estreno 16 de Enero de 2015

CRÍTICA



La primera pregunta que uno se hace tras ver Whiplash es si el fin justifica los medios. Si merece la pena el camino, cargado de presión psicológica, como búsqueda de la genialidad única. Lo hemos visto en varias ocasiones, tanto en la vida real (los hermanos Jackson podrían ser un buen ejemplo), como en la ficción (Shine, Cisne Negro), y, normalmente, los protagonistas acaban pagando un duro peaje para alcanzar sus objetivos. Y eso si hablamos de los que escondían un talento excepcional en su interior. Cuántos quedaran por el camino destrozados y sin ningún futuro. ¿Merece la pena?


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Al debutante como director Damien Chazelle parece que le interesa escarbar en el tema. Como guionista y aunque en clave de thriller, ya mostraba en Grand Piano a un pianista de élite que había sucumbido a traumas psicológicos a causa de esa búsqueda de la perfección absoluta. Con Whiplash, primero en formato de cortometraje y ahora en larga duración, ambas con J.K. Simmons como el implacable profesor, sitúa esta pequeña obsesión como epicentro de la acción trasladándola casi en exclusiva a la sala de ensayos. Y en ese espacio pequeño y casi claustrofóbico, la figura de Simmons emerge para someter a todo tipo de presiones y vejaciones a sus discípulos, fomentando la competitividad y midiendo la fortaleza mental de quienes aspiran a convertirse en leyendas. Sangre, sudor y lágrimas, el jazz cabalga.

Aunque el personaje es un caramelo para cualquier actor que se precie, la composición que hace Simmons del profesor, auténtico hijo de puta sin escrúpulos ni piedad, es de las que quedan grabadas en la retina mientras roban la escena al resto de personajes. Y más viniendo de un actor acostumbrado a lucir en papeles bastante más amables y que habitualmente rozan lo caricaturesco. Aquí no es el caso. Simmons tiene bien cogidas las medidas y el traje le sienta a la perfección. Pero como se suele decir, un actor luce más cuando tiene una digna réplica a su lado, y en ese sentido, el joven Miles Teller le complementa correctamente, incluso en muchas de esas escenas donde simula tocar un instrumento tan difícil de fingir como es la batería.

Decía la profesora Lydia Grant al principio de cada capítulo de su serie que la fama cuesta y en su academia se pagaba con sudor. Con Simmons al mando no es suficiente. ¿En serio merece la pena?

 

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