No se Aceptan Devoluciones
Director: Eugenio Derbez
Intérpretes: Eugenio Derbez (Valentín Bravo) / Loreto Peralta (Maggie) / Jessica Lindsey (Julie) / Daniel Raymont (Frank Ryan) / Alessandra Rosaldo (Reneé) / Sammy Pérez (Sammy) / Arcelia Ramírez (Judeisy) / Jake Koenig (Mr. Anders) / Agustín Bernal (Lupe) / Karla Souza (Jackie) / Hugo Stiglitz (Johnny Bravo) / Andrés Vázquez (Valentín niño) / Margarita Wynne (Directora de la escuela) / Arap Bethke (Abogado de Valentín) / Roger Cudney (Abogado de Julie) / Ari Brickman (Director de cine) / Jeannine Derbez (Directora de 'Azteca Man')
Duración: 115 minutos
Sinopsis: Valentín es un egoísta de los que quedan pocos, solo piensa en si mismo y en su propio bienestar y placer. Sin embargo, todo cambia cuando aparece en su vida un bebé procedente de una aventura que tuvo en el pasado. [...]
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Estreno 2 de Mayo de 2014

CRÍTICA

No le voy a negar al bueno de Eugenio Derbez, estrella mediática en su México natal pero prácticamente desconocido a este lado del Atlántico, que la cinta con la que ha dado el salto a la dirección esté cargada de buenas intenciones. Comedia blanca sin grandes pretensiones, conjuga de forma bastante natural y tragicómica tanto el tema de la forzada paternidad repentina como la problemática de adaptarse a un país sin saber defenderse en su idioma. Pero está regado con tal capa de azúcar que, parafraseando el título de la película, lo que no debe aceptar es diabéticos por riesgo de caer en estado comatoso por la sobredosis de dulce.

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Hay quién compara a Derbez, auténtico hombre orquesta del proyecto, con un Roberto Benigni hispano y a su película con La Vida es Bella. Bueno, hay cierto pasaje de la película que evoca irremediablemente a la cinta que dio fama mundial al cómico italiano, pero la comparación ni puede ni debe ir más allá. Si nos ceñimos a la ingenuidad que destila buena parte de la cinta y destacamos el humor pueril y simplón al que el guión recurre en no pocas ocasiones, si hay alguien a quién es más fácil comparar por ambos componentes es a su compatriota Cantinflas o a las tramas habituales de El chavo del ocho, que por mucho que nos consigan arrancar alguna que otra carcajada, no dejan de ser chistes con marcado corte infantil.

No pretendo señalar este aspecto como nota negativa de una película de fácil digestión. Al menos se le nota que está hecha con mucho cariño y aunque el giro final amenace con llenar las salas de nata montada, es evidente que la pareja protagonista padre-hija proyectan buena química y saben como ganarse la simpatía del respetable. Es todo tan blanquito y tan políticamente correcto que hasta se le puede perdonar que no haya introducido un poco de mala baba a modo de denuncia social. Eso sí, supongo que se estrenará tal cual en versión original como hicieron con Spanglish. Como intenten doblarla va a salir un galimatías de mil pares.