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Crítica - El Cuarto Hombre (1952)

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'La mejor película del olvidado director de cine negro Phil Karlson'

26/01/2013 - Por Dr. Mabuse

(4/5)

Phil Karlson es uno de esos nombres menores en la historia del cine que bien merecen una pequeña mención, en este caso por algunas de las películas de cine negro que filmó en los años 50. A diferencia del estilo más barroco y estilizado del cine negro clásico de los 40, Karlson plantea el género de una forma realista, cruda y sumamente violenta. En sus mejores films la tensión se nota en cada plano. En ese sentido su visión del género encaja con la evolución que éste fue sufriendo a lo largo de los años adaptándose a los nuevos tiempos. Cuanto más permisivo se volvía Hollywood a la hora de mostrar el mundo criminal, menos se necesitaba el estilo del cine negro, que bajo sus sombras escondía un submundo de puro caos y violencia.

El Cuarto Hombre , seguramente su mejor obra, no se anda con medias tintas: expone un argumento claro y conciso y hace estallar la violencia en la cara del espectador. El protagonista es Joe, un exconvicto acusado de un atraco a un banco del que es inocente. Pese a que se demuestra que no es culpable, su detención le hace perder su trabajo, así que decide encontrar a los culpables. Pero no será tarea fácil: el atraco fue planificado minuciosamente por alguien que contrató a tres criminales y les obligó a efectuar el robo con una máscara puesta en todo momento, de forma que al acabar no conocen la identidad ni de la persona que los reclutó ni de sus compañeros, evitando así posibles traiciones. Joe, sin embargo encuentra una pista que le lleva a un pequeño hotel mexicano donde van a repartirse el botín. Para complicar más las cosas, el misterioso cabecilla es un ex-sargento que quiere vengarse del cuerpo de policía por haberle expulsado injustamente.

Uno de los atractivos de El Cuarto Hombre es la sólida premisa, que se basa en una doble venganza que entra en conflicto: la del exconvicto que quiere vengarse de quién le ha vuelto a hacer caer en brazos de la ley, y la del expolicía, amargado por haber sido expulsado del cuerpo. Ambos son antagonistas aunque paradójicamente son víctimas de una injusticia provocada por la ley. La escena del interrogatorio de Joe, que es sometido a varias palizas, no deja una buena imagen de las fuerzas del orden, del mismo modo que tampoco lo hace el motivo por el que el ex-sargento Tom Foster fue expulsado del cuerpo. En un mundo caótico e injusto la única solución para compensar esos errores es vengarse actuando al margen de la ley.

Es por ello que aunque la consabida historia de amor entre Joe y Helen puede parecer el típico relleno innecesario tiene su justificación, ya que crea un nuevo punto de enlace entre los dos antagonistas: el amor que siempre ambos hacia Helen y su insistencia en que ella no se vea involucrada en sus asuntos turbios. En el desenlace estos dos puntos de contacto acaban confluyendo, aunque quizás el lector prefiera no conocer el final y saltarse el siguiente párrafo.

En el tiroteo final Tim le reconoce a Joe que le es simpático al ser una persona inocente que se ha visto involucrada en toda la trama criminal, pero no obstante intenta matarlo porque siguen siendo antagonistas. Cuando finalmente Joe es herido de muerte y le pide que no descubra la verdad a la policía se unen por fin los dos puntos de interés común, las dos venganzas se consuman: Joe ha conseguido aunque sea de forma indirecta que mueran los culpables, incluyendo Tim, mientras que éste último ha limpiado su nombre antes de morir; al mismo tiempo que Joe puede por fin ser digno de Helen y su padre muere con la tranquilidad de que su hija nunca conocerá su crimen.

La película tiene ese punto de crudeza característico de Phil Karlson, quien en Scandal Sheet (1952) proponía de protagonista a un reportero que se hace pasar por policía para conseguir declaraciones de una mujer que ha visto un asesinato o en El Imperio del Terror (1955) mostraba el asesinato de una niña inocente por parte de la mafia.
No me refiero únicamente a una violencia a nivel físico sino a la tensión que se va intensificando a lo largo del film a medida que Joe se ve cada vez más acorralado y el desenlace se ve menos claro.

El protagonista lo interpreta John Payne, actor habitual en el cine de Karlson que interpreta al clásico hombre duro acorralado entre el mundo legal (donde pierde la posibilidad de trabajar por un crimen no cometido) y el mundo del hampa (donde los atracadores intentan deshacerse de él), un personaje en ese sentido muy hitchcockiano. Entre los secundarios el más llamativo nos resulta a día de hoy un joven Lee Van Cleef encarnando al criminal mujeriego.

En general, El Cuarto Hombre es la película que mejor recopila las grandes virtudes del estilo de su director: una obra simple pero bien realizada con personajes abocados a una situación límite y una dosis de violencia bastante cruda y realista para la época.

Extraída de El Gabinete del Doctor Mabuse.

 

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