A Roma con amor
Director: Woody Allen
Intérpretes: Woody Allen (Jerry) / Jesse Eisenberg (Jack) / Roberto Benigni (Leopoldo) / Elliot Page (Monica) / Alessandro Tiberi (Antonio) / Alessandra Mastronardi (Milly) / Fabio Armiliato (Giancarlo) / Penélope Cruz (Anna) / Judy Davis (Phyllis) / Alec Baldwin (John) / Flavio Parenti (Michelangelo) / Alison Pill (Hayley) / Antonio Albanese (Luca Salta) / Greta Gerwig (Sally) / Monica Nappo (Sofia) / Sergio Solli (Chófer) / Riccardo Scamarcio (Ladrón) / Ariella Reggio (Tía Rita) / Simona Caparrini (Tía Giovanna) / Roberto Della Casa (Tío Paolo) / Gustavo Frigerio (Tío Sal) / Ornella Muti (Pia Fusari) / Carol Alt (Carol) / David Pasquesi (Tim)
Duración: 112 minutos
Sinopsis: Cuatro historias que transcurren en Roma. Historias protagonizadas por americanos e italianos, visitantes y residentes, las cuales seguirán sus romances y las aventuras que transcurren en la milenaria capital italiana. [...]
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Estreno en España: 21 de Septiembre de 2012

CRÍTICA

Aparte de un sentido del humor bastante personal del que siempre se ha dicho (o al menos la taquilla trata de confirmar) que gusta más en Europa que en su propio país, sin duda la que ha sido seña de identidad de Woody Allen en buena parte de su trayectoria ha sido la integración de Manhattan como un personaje más de sus películas resaltando lugares de la ciudad que le vió nacer y de la que hasta hace pocos años no salía ni para recoger un Oscar. Eso fue así hasta que en 2005 hizo el petate y se marchó de periplo europeo rodando en Londres, Barcelona, París y ahora Roma dejando a las claras que su amor por Nueva York no es de esos de “hasta que la muerte los separe”. A la vista de sus últimos trabajos, lo que deja claro es que Woody se empapa de la ciudad donde quiere trabajar y deja que la inspiración le dicte la historia que quiere narrar.

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Así, Barcelona le debió inspirar lujuria, París la “Belle epoque” y su congregación de artistas e intelectuales, y Roma, le ha debido inspirar muchas historias para que haya desarrollado su última película de forma coral con cuatro historias independientes que no llegan a converger en ningún momento. Quizás ese sea el detalle que dota a esta A Roma con amor de la agilidad que le faltaba a sus últimos trabajos al durar cada historia lo que debe durar y no a base de estirar la trama en alguna ocasión más allá de lo que el argumento daba de sí. Pero sin duda, si algo hace que sea de lo mejor que ha hecho en los últimos años es su propia presencia en pantalla trayendo de vuelta a su neurótico y aprensivo alter-ego que llevaba años escondido en la sombra.

De las cuatro historias hay tres que funcionan muy bien por distintos motivos y una que funciona discretamente sin llegar a la altura de las demás. Esta es la que se centra en todo un clásico de la comedia como son los enredos amorosos y la simulación de identidades que aunque deja alguna frase digna de las mejores citas de Allen, está tan desubicada dentro del conjunto como Penélope Cruz haciéndose pasar por una prostituta romana. El resto de historias se mueven entre el homenaje al origen de esa fauna “periodística” que tantas veces habrá sufrido el propio Woody en sus carnes y cuyo nombre deben al Paparazzo de La dolce vita, ahora persiguiendo a un anónimo Roberto Benigni, pasando por la nostalgia de los arrepentimientos del pasado haciendo revivir un periodo de su vida a Alec Baldwin, y rematando con una historia surrealista con la ópera de fondo protagonizada por un Woody Allen en estado puro que recuerda a sus mejores personajes.

Aunque cada historia se toma el tiempo justo y necesario para desarrollarse, uno se queda con ganas de más historia de Baldwin y más risas con Allen, esas que en los últimos trabajos habían pasado a un segundo plano. Y es que como decía aquel anuncio de coñac: un poco de Woody es mucho.