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Crítica - El Secreto de la Pirámide

Poster

'No se la hagáis perder a vuestros hijos'

22/02/2004 - Por STAR WARS 1977

(5/5)

(Si no has visto la película, no leas esta crítica, pues desvela algunos contenidos esenciales.)

Bajo las faldas del "Secreto de la Pirámide", una película sin duda inolvidable de los años ochenta, se esconde una insuperable dirección artística, una bellísima fotografía, un vestuario que roza la perfección y los primeros efectos digitales de la historia del cine. Así pues no es por azar que esta película sea para muchos un mundo aparte y que forme merecidamente parte del selecto club de películas de culto. Es, de hecho, una de la obras maestras del director Barry Levinson (“Esfera”, “Rain Man”), y otro guión exitoso de la pluma de Chris Columbus (“Gremlins", "Los Goonies", "Solo en casa"…) rodada en una época desvergonzada donde se aprovechaba lo mejor de cada género para hacer pura magia y hacernos volar lejos cuando nos preguntábamos aún… “¿y cómo harán eso? Parece de verdad.”

La historia nos relata las peripecias de un Sherlock Holmes impetuoso, brillante, con un leve aire insolente y desvergonzado que impregna sus relaciones con los demás, que estudia internado en un estricto college inglés de renombre. Allí vive la primera gran aventura de su vida junto a otro estudiante más jóven, un tal Watson, muchacho de unos 14 años cuyo sueño máximo es llegar a doctor de medicina, y el único amor de su vida, Elizabeth, a la quien tristemente pierde al final del episodio. En la zona empiezan a sucuder inexplicables muertes que ponen en jaque la natural curiosidad de nuestro detective, y la trama se desarrolla hasta que todos se ven envueltos a nivel personal en una muy peligrosa aventura a razón de la muerte del tío de Elizabeth, un genio medio chiflado que vive en el propio college, y a la propia testarudez de Sherlock, que no se resigna a ser vencido tan fácilmente ante la adversidad. La trama discurre a un ritmo encomiable, aunque se hace algo lenta a partir del descubrimiento de la secta de la pirámide. El final deja cierto mal sabor de boca, carente quizás de algo más elaborado y trabajado (y debido probablemente a la muerte no esperada de Elizabeth) pero se ve recompensado por la sorpresa de la identidad del villano, aunque no sea muy dificil de entreveer. Los efectos de Light&Magic son absolutamente soberbios para la época y sorprenden incluso a día de hoy. La banda sonora de Bruce Broughton (Fantasía 2000, JAG, Tombstone) está también muy a la altura de las circunstancias, y mencionamos la pegadiza e inquietante canción de la secta egipcia.

Los personajes no están mal cuidados, pero se hecha de menos algo más de expresividad en la actuación de Nicholas Rowe (Sherlock Holmes), y el final podría haber sido algo más elaborado, pues deja ciertas ganas de “algo más”. Los pocos puntos débiles que puedan encontrarse no hacen mella a este largometraje porque se sostiene como un auténtico homenaje al conocido investigador de Arthur Conan Doyle que hace igualmente sobrado honor a un productor (“Magic” Steven Spielberg, como no) que nos deja un sabor dulce a melancolía, lluvia fina británica y dulce inocencia.

Destila una patente enseñanza moral, de cómo aún a pesar de los graves problemas personales en los que se ven evueltos los protagonistas en busca de la verdad y de su afán investigador, los amigos verdaderos están siempre a tu lado hasta al final; de cómo la mentira y el engaño, por muy poderosos se alcen, no pueden nada frente a la verdad, la razón… y el amor. Efectivamente, parte del secreto del Secreto de la Pirámide es el triunfo de un corazón valiente y puro contra las fuerzas de la oscuridad.

Así que, sobre todo, no se la hagáis perder a vuestros hijos… y esperaos hasta el final de los títulos, porque hay sorpresa.

 

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6.75

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