Splice. Experimento mortal
Director: Vincenzo Natali
Intérpretes: Adrien Brody (Clive Nicoli) / Sarah Polley (Elsa Kast) / Delphine Chanéac (Dren) / Brandon McGibbon (Gavin Nicoli) / David Hewlett (William Barlow) / Simona Maicanescu (Joan Chorot) / Abigail Chu (Dren niña)
Duración: 104 minutos
Sinopsis: Clive y Elsa son dos jóvenes científicos que buscan sintetizar una proteína que ayude a curar varias enfermedades animales y humanas. Su método es el de crear criaturas híbridas de distintas especies, de forma que tengan en su mapa genético esta [...]
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CRÍTICA

A estas alturas, ya se puede hablar de temática recurrente en estos guiones que tratan de abundar en las consecuencias de la manipulación genética, y por extensión, en la pretenciosidad de los arriesgados científicos que juegan a ser dioses creadores de vida. De Vincenzo Natali, aquel canadiense que deslumbró hace ya 13 años con Cube, aunque ciertamente no ha repetido éxito en todo este tiempo, uno podía esperar algo de frescura sobre el género, nuevas ideas para la premisa, un guión que haga reflexionar al espectador, o simplemente, reabrir un debate que hace unos años estaba bastante vigente, y que aunque el tema sigue siendo actual, quizás en estos momentos el eterno debate sobre los límites éticos de la clonación parecen a todas luces obsoletos.

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El resultado sin embargo no se desprende en ningún momento la etiqueta de “ya visto”. Si el arranque ya cae en todos los tópicos posibles, la trama central no escarba precisamente en la originalidad, para llegar a un desenlace el cuál, si a los asistentes a la proyección nos hubieran dado cinco minutos para adivinar el final, el 90% por ciento habríamos acertado. Llegados a este punto, la historia, aunque entretiene en su justa medida, se convierte en algo carente de todo interés al ver cómo se convierte en una consecución de escenas, que en alguna ocasión, llegan a rozar el ridículo.

Brody y Polley hacen lo que pueden. Lo cierto es que la pareja hace lo que puede y muestran una buena química entre ellos. Lo malo es que el guión los convierte en una especie de Manolo y Benito de bata blanca que se empeñan una y otra vez en tomar la decisión menos acertada, demostrando una falta de responsabilidad alarmante y lejos de cualquier atisbo de ética profesional. A costa de rizar el rizo con sus experimentos genéticos, logran crear una especie de falo bípedo, que al crecer toma la apariencia de Billy Corgan en el carnaval de Tenerife. Como quién la caga una vez es muy capaz de cagarla más veces, no se sabe muy bien por qué oscuro motivo, todos los bichos que crean, aparte de feos y grimosos, le salen con un peligroso apéndice letal (por exigencias del guión, trata uno de creer) unido a una indecisión sexual, que quieras que no, te sirve para plantear giros de guión. Por si todo esto fuera poco, las cinco últimas páginas de guión hacen un esfuerzo por alcanzar el absurdo culminante a costa de una serie de acciones que no guardan apenas sentido con lo mostrado hasta ese momento. Aquí es cuando el espectador trata de contener una carcajada y ya sólo espera que aparezcan los títulos de crédito cuanto antes.

Si algo bueno se puede destacar de la cinta son los efectos especiales, perfectamente encajados y que son sin duda lo único que aporta cierta credibilidad a toda la película. El resto, entretiene sin más, pero cuando el avance de la acción se va girando hacia el ridículo conforme pasan los minutos, uno no puede evitar olvidar que ha visto alguna virtud en todo ello.