The Blind side (Un sueño posible)
Director: John Lee Hancock
Intérpretes: Sandra Bullock (Leigh Anne Touhy) / Quinton Aaron (Michael Oher) / Tim McGraw (Sean Tuohy) / Jae Head (S.J. Tuohy) / Lily Collins (Collins Tuohy) / Ray McKinnon (Burt Cotton) / Kim Dickens (Mrs. Boswell) / Adriane Lenox (Denise Oher) / Kathy Bates (Miss Sue) / Andy Stahl (Jefe Sandstrom) / Omar J. Dorsey ('Big Tony' Hamilton) / Rhoda Griffis (Beth) / Ashley LeConte Campbell (Sherry) / Elizabeth Omilami (Jenny Defacs) / Afemo Omilami (John Defacs) / Brett Rice (Bobby) / Joe Chrest (Entrenador Clemson) / Michael Fisher (Entrenador Georgia) / Tom Nowicki (Profesor de literatura) / Libby Whittemore (Profesora) / Jody Thompson (Paramédico) / James Donadio (Fotógrafo) / Robert Pralgo (Socio) / IronE Singleton (Alton)
Duración: 128 minutos
Sinopsis: Michael Oher es un joven negro que ha vivido toda su vida en casas de acogida y saltando de colegio a colegio, sin obtener una educación ni una familia. Un día se cruza en su vida Leigh Anne Tuohy, una [...]
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Estreno en España: 18 de Junio de 2010

CRÍTICA

A los americanos les encanta este tipo de historias de superación. Gente con todo en contra que ven cómo su suerte cambia de un día para otro y consiguen, no sólo realizar sus sueños, sino triunfar a escala global y que el mundo lo vea. Lo hemos visto mil veces en la literatura y en la pantalla, principalmente asociado al deporte, pero ocasionalmente en otras facetas de la vida. Cuando es ficción queda bastante bien de cara al público, pero cuando viene acompañado del típico “basado en hechos reales”, el sueño americano por excelencia, el país de las oportunidades, se congratula enormemente de ver a uno de los suyos tocar el cielo partiendo de la nada.

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De hecho, este mismo año sin ir más lejos, Eastwood trató de plasmarlo con Invictus, llevando la épica hasta Sudáfrica, pero claro, no era lo mismo porque realmente se trataba de deportistas que no pasaban penurias y que tan sólo tuvieron sus quince minutos de fama. Para que llegue de verdad al corazoncito yankee, el héroe a descubrir tiene que haberlo pasado realmente mal, para que cuando logra triunfar, sirva de ejemplo a seguir. En este sentido, la vida de Michael Jerome Oher lo tenía todo a favor. Hombre de raza negra desahuciado por la sociedad que encuentra la mano protectora de una mujer de la clase alta de Tennessee, que no sólo consigue hacer un hombre respetable de él, sino que con su apoyo moral y económico logra convertirle en futbolista profesional de la NFL.

Por todo ello, la cinta arrastra la etiqueta de déjà-vu durante todo el metraje. Siendo una cinta bien trabajada pero sin alardes, la película lleva un tono bastante agradable y tiene una duración apropiada para la historia que quiere contar, y con eso se puede dar uno por satisfecho. Quizás en otras manos podría haber conseguido alguna gota más de calidad final, pero quizás es que la historia tampoco tenía mucho más que contar. El trabajo de John Lee Hancock tras las cámaras es correcto sin más, y eso ya es suficiente para quién tiene en su lista de méritos el guión de Medianoche en el jardín del bien y del mal, y en la de deméritos el fallido remake de El Álamo.

Si algo consigue destacar es la presencia de Sandra Bullock, llevando todo el peso de la cinta y robando las escenas a todos sus compañeros de reparto. Me parece excesivo el Oscar recibido, no porque no se lo merezca, sino porque el personaje no tiene nada para tal galardón. Ni tiene una carga dramática, ni tiene un proceso interpretativo, ni es un personaje que vaya a pasar a la historia del cine. Sandra está bastante bien, de acuerdo, pero es un rol tan impersonal que Julia Roberts podría haberlo hecho con un resultado muy similar. Para cerrar el campo interpretativo, hay otro aspecto que destaca de la cinta, y es la presencia del niño más repelente en pantalla desde la irrupción de Ivana Baquero. Apunten el nombre de Jae Head y huyan cuando lo vean en los créditos de alguna obra. Si es insoportable en versión original, qué saldrá cuando le doblen.

Posiblemente esta película pase en el futuro a englobar ese subgénero televisivo que pasa a proyectarse en las sobremesas de los fines de semana. Lo cierto es que dentro del regustillo que deja a historia ya vista, el resultado es bastante aceptable y salvo un par de escenas donde el tarro de azúcar amenaza por volcarse, el ritmo se mantiene bastante equilibrado sin intentar vender ningún tipo de moralinas. En los tiempos que corren, es algo a agradecer.