Ciudad de vida y muerte
Director: Chuan Lu
Intérpretes: Hideo Nakaizumi (Kadokawa) / Wei Fan (Mr. Tang) / Yuanyuan Gao (Señorita Jiang) / Ye Liu (Lu Jianxiong) / Ryu Kohata (Ida) / Yiyan Jiang (Xiao Jiang) / Bin Liu (Xiaodouzi) / John Paisley (John Rabe)
Duración: 132 minutos
Sinopsis: China, Diciembre de 1937. El país está en guerra con Japón. Pekín y Shanghai ya han caído. Las tropas japonesas llegan a las puertas de Nanking, la capital. Después de semanas de bombardeos, los oficiales locales y extranjeros han huido de [...]
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Estreno en España: 9 de Abril de 2010
CRÍTICA
La segunda guerra mundial ha eclipsado gran parte del cine bélico; tal es su magnitud y horror, tanto a nivel civil como militar, que las cientos de historias que podemos extraer de ella inundan las pantallas de cine con resultados muy sobresalientes. Pero no por ello debemos dejar de echar la vista atrás y olvidarnos de que la guerra es algo innato al ser humano (al que, como decía un sabio profesor mío, le gusta más la sangre que el champán), y en la parte oriental se han producido masacres que deben ser recordadas para no olvidarnos de los errores cometidos y no volver a repetirlos.
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Ciudad de vida y muerte nos traslada al año 1937, en plena guerra entre Japón y China, y más concretamente a la invasión de la capital de esta última, Nanking. No nos encontramos ante una cinta bélica al uso, con la noble resistencia de la ciudad, sino de los crímenes cometidos por los nipones en la ocupación de la urbe, que sin duda ponen los pelos de punta. Con un magistral blanco y negro, que tan buen resultado brinda en estos menesteres (imposible no recordar La
Lista de Schindler)
nos topamos de golpe con una película coral, donde japoneses, chinos y europeos se encuentran cercados en un espacio común donde las diferencias entre personajes (perfectamente interpretados todos ellos) son abrumadoras. Por parte de los conquistadores tenemos la brutal represalia a las tropas enemigas, los fusilamientos, las violaciones...mientras los civiles chinos tratan por todos los medios de sobrevivir en un estado de sitio que no les permite albergar más que unas pocas posibilidades de supervivencia. Entre los europeos llama la atención el embajador nazi, que, junto al resto de europeos, intenta crear un refugio libre de intervención invasora y salvar todas las vidas posibles.
No es preciso extenderse en el argumento, pues las historias hablan por si solas y se van hilvanando dejándonos momentos de horror y estupefación con otros de nobleza humana y supervivencia. Es una cinta dura, y viniendo de China no se puede esperar misericordia por el enemigo, pero tampoco cae en la demagogia y pone a cada uno en su lugar, con una perfecta documentación de las situaciones vividas que nos hacen plantearnos si realmente somos capaces de llegar a realizar tales actos, y qué nos lleva a perpretrarlos.
Se dice, con mucha razón, que la manera de evitar los errores del futuro es conocer los del pasado. Para ello películas como
Ciudad de vida y muerte se convierten en visionados obligatorios.
Dura, sí, pero real.